lunes, 26 de septiembre de 2016

La larga espera




Ahora la ambulancia es un cocodrilo tonto
que dormita mediodía y ancianas en su vientre rojo.


Una llamada en la primera espiral de un reencuentro
-cañerías invisibles circulando sangre sucia
por encima de nuestras arterias-


Qué hacer con los pasillos, las caras de algunas personas,
el ir y venir de un animal encerrado en cualquier jaula,
-sé fuerte, no llores ahora-
los ojos, fundidos a negro, el 46 aniversario, aproximadamente,
del hospital público, los brotes verdes, emergiendo ajenos
entre acera y asfalto?


Me coso a la angustia en mi espalda y camino oblicuo,
en cada recodo me cruzo con la estela de mí que me ignora.
Soy un dique que estrangula el agua
y espero la orden.


Ocho horas en vena de una tormenta de arena que avanza
y yo huyo al lugar del incendio con barro en las manos,
 

mi cuerpo de agua
se deja inmolar.



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