sábado, 24 de octubre de 2009

Puentes que cruzamos.


Tú,
que no te vayas nunca,
sé tú, eternamente fugaz,
inaccesible tal vez,
pero siempre existiendo
en delirio, de noche, con fuego
o ardiendo tan lejos
que humaredas o vientos o esponjas
de jamás encontrarte,
de nuncas,
de adioses sin ira,
se vuelvan violentos,
gozosos
en la suprema dicha de afirmarte
(de afirmarme),
sabiendo que eres, que vives y gozas,
... porque tú no te vas
... no te vayas,
y si acaso un día
amaneces tan gris,
como sin llama,
no llores,
tendremos recuerdos de puentes que cruzamos,
y de viajes nunca planeados,
futiles sombras,
nuestras quimeras.

viernes, 16 de octubre de 2009

Pensar, o no.

Pensar en lo que comes.
Pensar en que la vida se escapa.
Pensar en el almuerzo de tu hijo.
Pensar en algo tan simple como el fútbol o el basket.
Pensar en los sentimientos, los padres, en el tránsito de las estaciones.
Pensar en una palabra tuya o un gesto tuyo.
Pensar en la cena, tan sencillo como decirte:
merluza con patatas y zahahoria
y aceite de oliva en tu plato.
Pensar en lo que tanto nos gustaría,
o mejor dicho, soñar.
Pensar que los días pasan, y los placeres pasan
y hay que agarrarlos de las alas y subirse a ellos.
O no pensar
y abrazarte al llegar a casa, de noche
y andar contigo por una montaña de la provincia
y tomarnos una copa mientras vemos la última de Wong Kar-wai
y disfrutar viendo como tu hijo disfruta
y así pasa el tiempo y los pensamientos
se mezclan con el oxígeno y la lluvia
y crean algo distinto,
o mejor
para tí, para mí, para todos.
Lo cogemos
al vuelo
y desaparecemos
pero dejamos un rastro
en la nieve venidera.