miércoles, 29 de junio de 2011

Sandías.



Como aldaba indecisa
apareciste en la noche
-vestal de ojos de hiedra-
con la ingrávida materia
de que están hechos los sueños.

Yo, prisionero de lunas,
cubrí mi altura de pétalos
y tuve una noche insólita
de sandías violáceas
y confusas avenidas.

Frente a la vibrante espuma
fuimos azar e impostura,
terco amor de errante alcoba
en la que se cita el destierro,
ese impoluto señor tan bienvenido.

Donde fuimos olas, somos alas
y la erosión nos alisa las espaldas,
cóncavo amor, convexa vida,
tú, yo y la herida, que nos llama
a amanecer, amapola en las costuras.





viernes, 24 de junio de 2011

Poetas de guardia: Rostro de vos, un poema de Mario Benedetti.



Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto y por sabor.

sin un temblor de más,
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna maldición

Mis huéspedes concurren,
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor.
Yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan a su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.

Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van,
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos.

Y es una soledad
tan desolada.
.

Mario Benedetti


.

miércoles, 22 de junio de 2011

glicinia y tú



arderá el sol poniente
en tu firme corazón enjalbegado

treparán añiles flores
por tus tallos con aroma de madera

y dormiré en tu brocal para soñarte
violetamapola veranoamor



.

lunes, 20 de junio de 2011

Revoluciones pendientes.



Él agrimensor, ella antropóloga,


de jornada laboral inexistente


y precario equilibrio en los andamios,


descubrieron en el Facebook


una amistad magnética


largos años larvada


por el muro


de un insondable silencio y la distancia


que recrean en las vidas los demiurgos.


Sus emóticos iconos respectivos,


avatares de un milenio en fase oral,


pintaron amarillos en sus labios


y antes de que la revolución ya fuera un río


al que llenan de clamor las avenidas,


ellos:


licenciada antropóloga en paro,


titulado agrimensor becario en fuga,


desmontaron el lenguaje de las grúas


y allí mismo,


con la perspectiva del cambio pintando de utopía las pancartas


y el amor animal rebuscando en los bolsillos,


les atrapó una marea sin permiso,


con sus muslos tan firme


mente enlazados


como cadena humana frente a la Corporación.






.

viernes, 17 de junio de 2011

Blogueando: Tres poemas de Sofía Serra Giráldez.



La desquerida

Yo no fui mujer ni cadera
ni tálamo maldito que en tu vida
infringes. Yo no fui timón levante
ni simún o mistral ni solanera,
ni siquiera un hueco o viento
frío o caliente que en tus manos albergara
a esa estrella escapista que hace huída
dolorida mientras mis uñas emponzoñan
manjar preso de injusticia: hígado
para los buitres fui esparciendo
acre y húmedo alimento de roca
que no fui promesa ni en cadenas confluí
con el río que ya no fluye ni yerba
oscilante siquiera en el margen
del dolor de la oscura y negra fiera
que duerme en la rama de la acacia
como si bello canto nocturno
trinaran sus encendidos iris.
Yo no fui ni selva monte o
bosque de tundra sólo solitario,
ni fui ni sigo siendo sólo loba
o madre ni sólo risa.
Yo no fui mar ni cima
ni siquiera fuego sin beber
siquiera agua
fui ni siquiera
poeta.


Sin comer desaparece
infligida por la noche
allende la calle
que se ausenta.
Y yo no fui ni olmo ni siquiera sauce
que llora fui
si acaso flema.



...



La puñalada


Compraré alhajas cuando paseo
por el mercadillo de agosto los días sin sombras
salvo en la acera ambulante que me proponían
tu voz, tu boca, tu oído,
y yo anhelándote, mudo brocal,
y la tapia cubierta de hojas de parra virgen
sorteando a la madreselva,
minándose de mí y yo huyéndote
sin que llegaras o vinieras a verme.
Me escabullí tras tus andrajos,
miraste en otro sentido
con tus dedos, y hacia allí vagó
tu cuerpo tras ellos que se alargaron
hacia el cuchillo diestro de noreste,
ése de donde llega la helada,
ése rasante vuelo de hielo
sobre las onduladas tiernas carnes
de mi apuesta: rosa en uno u otro ombligo.


Aunque todo me diga que debo ser más cobarde







El precipicio

Allí estaba ella, él entregado a la libertad
donando sus capicúas flores,
flores como orgasmos quietos,
arrítmicos, suspensos de lámparas
implícitas sobre el escenario.
La jornada partió el camino,
el camino se sostuvo colgado
de los dos salientes sobre el río,
el río fue un hilillo de baba
resbalando por la comisura
izquierda de tu boca.

¿Hasta cuándo dormirás
ahora que han encendido las luces
los vecinos y puedo contemplarlos
eliminando las huellas de su crimen?
Qué bello el río recorre
la calle al fondo
cristalina llego
me rompo y estarzo sobre los adoquines.

Adolezca de todos los gozos
con tu nombre mientras
no te averigües mientras
no te sane la solícita
costumbre de dormir al viento
del voyvén.

Tú y mi despedida de ti.
Tan lejanos vados.



Para adentrarse en la obra poética de Sofía Serra os recomiendo visitar su blog El cuarto claro
y para disfrutar de su otra pasión, la fotografía, no os perdáis su otro blog
Meridiana claridad
en el que comparte sus sugerentes instantáneas.

lunes, 13 de junio de 2011

Flores sin nombre.


Desde arriba llueven,

amarillas,
las flores sin nombre
y alfombran las plazas
-tapiz insurrecto,
desliz expansivo-
con la súbita luz
de insurgentes corolas.

La paloma de Alberti
ya no
se equivoca, y acierta
al lanzar sus heces
sobre las estatuas
firmes de los próceres
que coronan las plazas.

Detrás del eufemismo,
la cuádrupe moral y el crisantemo
en el ojal, tras la puerta
celeste, cerrada
con esdrújulo candado

nos queda la palabra
revuelta y resuelta la palabra,
como máquina del cambio, la palabra
insumisa y promiscua,

la palabra.




sábado, 11 de junio de 2011

Poetas de guardia: 3 poemas de Oliverio Girondo.

Hazaña

Todo,
todo,
en el aire,
en el agua,
en la tierra
desarraigado y ácido,
descompuesto,
perdido.
El agua hecha caballo antes que nube y lluvia.
Los toros transformados en sumisas poleas.
El engaño sin malla,
sin "tutu",
sin pezones.

La impúdica mentira exhibiendo el trasero
en todas las posturas,
en todas las esquinas.
Las polillas voraces de expediente cocido,
disfrazadas de hiena,
de tapir con mochila.
Las techumbres que emigran en oscuras bandadas.
Las ventanas que escupen dentaduras de piano,
cacerolas,
espejos,
piernas carbonizadas.

Porque mirad
sin musgo,
mi corazón de yesca,
qué hicimos,
qué hemos hecho
con nuestras pobres manos,
con nuestros esqueletos de invierno y de verano.

Desatar el incendio.
Aplaudir el desastre.
Trasladar,
sobre caucho,
apetitos de pústula.
Prostituir los crepúsculos.
Adorar los bulones
y los secos cerebros de nuez reblandecida...
Como si no existiera más que el sudor y el asco;
como si sólo ansiáramos nutrir con nuestra sangre
las raíces del odio;
como si ya no fuese bastante deprimente
saber que sólo somos un pálido excremento
del amor,
de la muerte.



Llorar a lágrima viva...

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!




Lo que esperamos


Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.



Oliverio Girondo



miércoles, 8 de junio de 2011

Un poema para un siete de junio.



La lluvia
ciñe el rumor austero
de un monte que estalla en primaveras
de elípticos silencios
que son flores que se abren y tejen
un tapiz de bocas
y labios por besar. El mar,
no tan lejano y testigo,
apenas el mar, efímero mar,
tiene una apariencia vital de serena mirada
como un jueves perfecto cien veces repetido.

Vamos a mirar las líneas
que el horizonte declama en los ojos
que recorren
la límpida asunción que deviene la tarde.
Los recuerdos azuzan las ventanas,
pintan sombras con las manchas de humedad
en la cocina. Son domingos de vuelta
de viaje los tres,
acordes sin nota,
crédito y caución, daños a terceros.

Las arañas filosofan
cosiendo estructuras
verticales, lúcidas como espejos,
pagados los aranceles del dolor
queda la vida
sin ambages, las sandalias del verano.


-

sábado, 4 de junio de 2011

Minutos musicales: Kristin Hersh & Michael Stipe, " Your Ghost".




Este dueto entre Kristin Hersh y Michael Stipe era el primer tema del disco de debut de la ex Throwing Muses. Su título es Hips & Makers y se publicó en 1994.

Una canción que partiendo de una estructura musical simple consigue atraparnos en su envolvente magia. Un chelo, cortesía de Jane Scarpantoni, en el estribillo, y una guitarra acústica que con tres acordes va dibujando círculos a nuestro alrededor, como un mantra. Una canción emocionante, que encoge el alma, con la voz de Kristin Hersh balanceándose sobre la sobria melodía y las entradas de Michael Stipe en el estribillo transportándonos a otros mundos, otros lugares, si cabe más extraños.



miércoles, 1 de junio de 2011

Jacaranda.





Mimosifolia mujer, suspiro y llanto,
quebranto de luz en las ciudades
¿cómo abrazar tu talle subtropical,
tu angustia de navaja y surtidor,
esa velada belleza esparcida entre las ramblas?

¿dónde restañar esa calidad de labio
-palisandro rugoso reluciendo en avenidas-
cuando la corneja triste se posa en tus augurios?

En tus ojos guaraníes hay un enigma de siglos
de orgullo de una savia inconquistable,
madera de devota ignición entre mis manos.

Yo me declaro insurgente admirador
de tu caducifolio lenguaje,
ese púrpura rebelde con que me alfombras octubre
y me arrebatas en mayo.
.

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