lunes, 30 de enero de 2017

Día D




Las noches de domingo tienen las venas rojas.
Como las horas perdidas en juegos
saben de gerundios tristes
escapadas al lugar que romperá la linealidad
esa ida sin vuelta
al fin.


Y de telón de sombras
los viejos pupitres, las mesas y las pantallas
el camino oscuro de barro
las calles recién dispuestas al desdén
y una noche
se aparea a sus semejantes en ruedas de a 5
perfectamente equilibradas.


Por eso las noches de domingo son
como la mirada de un reo en el patio
o la foto de la planta de reciclaje 

cuando hace ya dos años que cerró.



martes, 24 de enero de 2017

Las dunas





Imagino las dunas.
Nosotros
cayendo como las hojas,
dándole vuelta a las mangas
de la risa y del daño,
las ciudades ausentes y el mar
a ambos lados.


La arena se vierte limpia
de polvo, limpia de hombres
y su plomo. Un viento
caliente ejerce el flujo
y no hay banderas, sólo
remolinos, descensos, la risa
es una estrofa que esparce
la desidia en los anaqueles.



Si fuéramos niños
- los que no se conocieron
por escasos metros de tiempo -
si lo fuéramos, haríamos
lo que estamos haciendo ahora,
raudos animales con gotas de sal
en las mejillas
bajando o subiendo alturas
como los cuatro años.


Imagino las dunas.
En el balcón de la casa
el viento crea formas y yo
imagino las dunas.





viernes, 20 de enero de 2017

Ritual de lo habitual





El silencio, aquí
tiene vertientes interminables.
Sabe de la inabarcabilidad del tiempo,
su natural estima por los ciclos.


Donde muere una hoja
se alfombra el camino
y el canto de un pájaro anónimo
está pintando de ocres
los árboles en la umbría.


En el lugar en que descansa mi espalda
una suma orgánica de restos
de los días fungibles y su patrimonio
me conecta hacia el centro del planeta.


Con los ojos cerrados, ya no soy,
me acumulo, energía o corriente,
en toda dirección cambiante.

Inútil tratar de comprender el pálpito,
el misterio giratorio, la espiral
que redunda en una raíz,
un caparazón, un verso.


Contemplar la maravilla
en las ruinas o en el paso
de una nube. Subirse a ella
en un descuido del sueño
para escapar del frío y su mecánica.




lunes, 16 de enero de 2017

Repeticiones




En la espalda encorvada
en la repetición
de lo dicho y lo vivido
en el cansancio
que provoca vivir
y en el pasado
que redunda en el ahora
como el aceite en el agua.



Esas pequeñas cosas
que escuchamos
una y otra vez
como si fuera
la segunda vez.




martes, 10 de enero de 2017

Tan triste




Se puso la tarde tan triste
que tuve que alquilar un paraguas.


Resultó que los pronósticos
acertaron con codicia:
llovió en blanco y negro en la cocina,
sobre la mesa del comedor
densos nubarrones
ensayaban nuevas formas
de la inactividad.


El pasillo fue una cueva
sin salida
durante tres horas y veinte,
tiempo en el que la noche
formaba un manto
de ausencias.
 

De las paredes caían
los huecos a bocajarro
y el suelo era un vacío
ancho del desamparo.


Se puso la tarde
tan triste
y tan tarde.



lunes, 2 de enero de 2017

El estado de la cuestión





No se mueve ni la cola del pez. Los gatos
están soñando con cortinas que escapen del viento que llaga las flores.
Crecen vegetales en las vulvas de las aceras y los fotógrafos
dejan cuentas por pagar en los estantes de una ciudad abandonada.


Últimamente, entre los escombros del beso, encuentro detalles
relevantes, subtramas que balbucean su metalenguaje
desde los hangares de la palabra.


No se mueve una hoja, ni siquiera para caer
si es octubre en casi todos los establos. El péndulo
pierde su noción de ser. El gris pinta las caras de gris,
las entradas de los cines, el aliento macabro
de los que no sobrevivieron, las latas de atún gris
en la nevera que ya no es blanca
sino gris metalizado. Un cono
en una autopista, la soledad de lo inmóvil, asfalto,
las crines grises del asfalto
anulando la inocua
perspectiva del hombre común.


Pronto habrá tour operators que ofrezcan
primera línea de naufragio con extra de salvamento increíble en el último segundo,
refugiados de todo a 1 euro para selfie con riesgo.
La estupidez tiene los días contados
y son años luz. Y no pasa nada. El agua
horada los ojos del puente.


No pasa nada. Ni el ángel del final
para este silencio. Yo me defiendo del tedio
recopilando colores en cajas que recopilan colores.
Andando el camino desandado,
siguiendo el reguero de rasguños en la tierra,
interrumpiendo el trillo de las hormigas rojas.


Las vainas acuden a los bares como todas las mañanas del mundo,
No llueve pero un pájaro está a punto de colarse en una biblioteca.
Suenan canciones del revés y nadie se da cuenta.
 

Me tomo un vaso de agua de jengibre
con limón.