La sueca Stina Nordenstam es todavía -y
así lo quiere ella- el placer oculto de unos pocos. La suya es una voz aguda y
oscura, quebradiza y susurrante, como la de una niña que no quiere crecer. Una
voz tan cercana al oido como un secreto. Sus relatos de tristeza, duda y
desesperanza son tan íntimos que sabe mal
propagarlos.
Recomendar
a Stina es perder la exclusiva de un amor
perfecto.
1 comentario:
no sé si el término reseña es el correcto; pero en todo caso es magnífica
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