lunes, 9 de agosto de 2010

Cien clavos.

Todos los libros del mundo no valen
lo que el calor de una caricia.


Nos tocamos
y aguardamos el milagro
de ser
y estar
no solos
no a solas
sino buscando
las manos y las olas
que nos llevan
el viento que no cesa
el momento -fugaz-
de la victoria
el desembarco -final-
en una playa
toda la suerte de salir indemnes
al contemplar, desnudos, la belleza.


Cien clavos nos recuerdan
la mecánica del mundo
cien clavos
cien dolores
cien cuerpos que se arrebatan
y así olvidan
los motores
las máquinas
la estrategia ritual
de la derrota

Porque el calor de una caricia
vale más que todo eso.


6 comentarios:

Marisa Peña dijo...

Nada vale más que una caricia, completamente de acuerdo. Un poema magnífico

Meri Pas Blanquer dijo...

El texto es brutal, tiene una fuerza impresionante.

La tilde de sólos, diría que no la necesita. Solos.

Besos.

Soul dijo...

y un escalofrío me recorre el cuerpo,
al recordar la última caricia.

Precioso.
Besos

Paloma Corrales dijo...

Así es, y has conseguirlo plasmarlo con transparencia sin perder un ápice de intensidad. Precioso.

Besos.

Paloma Corrales dijo...

conseguido, conseguido... sorry

María Socorro Luis dijo...

Un poema precioso; de lo mejorcito que te conozco. Y ese ritmo...

Muxu bat.