lunes, 30 de noviembre de 2009

La rabia.

Algunas veces la rabia se me instala en los huesos
y envenena mis gestos y mis manos.

Algunas veces la rabia es fiel aliada de insomnios
-raídas paredes, mohosas ventanas,
pulmones de amianto-,
de rabia,
de infinita rabia,
rabia en los dientes,
inútil rabia.

Algunas veces el dolor no tiene la forma
perfecta, geométrica, de un prisma,
pero anida en los resquicios
más lúgubres del otoño,
y se inventa crucigramas imposibles
reptando como un alien invisible
buscando una salida
hacia la luz diminuta.

Algunas veces la rabia y el dolor deciden ser una sola llama
y es cuando necesito una pluma,
un vendaval, un faro
que señale la luz a los abrazos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando adviertes que la sombra se ha colado en tu vida, sientes que la rabia se convierte en tu vocación. Pero no temas, la luz está muy cerca sólo espera que repares en ella y que le invites a visitarte. A veces es tan sencillo como decir "te necesito".

Un petó de llum

Odile

delgaducho dijo...

Dios, poderosa entrada...peligrosisima e incontrolable mezcla rabia y dolor...

Soledad Arrieta dijo...

Hoy evidentemente es para mí un día de descubrimiento de buenos poetas, sos el segundo de la jornada!
Me gustó mucho tu estilo. Si me das permiso, me quedo.
Cariños!

eloy dijo...

Sol, yo no soy nadie para dar permisos, esta es una casa sin puertas. Sois todas y todos bienvenidos.
Gracias por tu comentario. Me sirve.

Besos