Hay
que mirar al mundo.
Convocar
una distancia mínima.
Avivar
los ojos ante el golpe.
Recortar
la soga por sus branquias.
Abolir
la entrega silenciosa.
Ahora
que la bruma anega
con
su trayecto sordo de reptiles.
Ahora
que los profetas del miedo
ciegan
las ventanas
e
inoculan sus liturgias que niegan el cuerpo
y
resbalan su cínica morfología de invierno.
Vástagos
sin sustento. Seamos
un
deshielo instantàneo
que
corrompa el musgo milenario.
Detrás
de las tapias
rasgando
las zanjas que
propuso
una muerte escalonada.
Ahora
que tanto muerto extraña
su
noticia hasta exiliarse
bajo
la tierra que acaricia a los almendros.
Rescatar
una mano impoluta.
Mirar
al mundo con ojos de poeta.
2 comentarios:
Ojalá pudiéramos inoculár una pequeña dosis de razón poética a este despropósito. Me gusta cuando te comprometes. Versos con estatura en este poema, incluso algunos me parecen enormes. Un abrazo
Enorme poema.
Un abrazo.
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