Viajamos en naves de madera hacia el colapso
-dirán
los que nos sobrevivan-
por no haber manchado de barro las calles,
por no habernos manchado de barro en las calles
ni gritar el grito que punzaba en lo hondo
de las gargantas secas.
Yo me iré
a un lugar donde la memoria no tiene memoria.
Dejad al menos
a los hijos de mis hijos
una lanza para la rebeldía.
8 comentarios:
Aplaudo este poema, Eloy.
Transmites a la perfección una idea tristemente cierta, con una economía de recursos y un equilibrio lírico encomiable, huyendo de artificios para decir exactamente lo que hay que decir.
Un abrazo.
Una lanza necesaria, un lanza llamada dignidad, como esa que hoy no quieren pisotear... Hoy sucede en todo el mundo.
Un abrazo fuerte, Eloy.
Leo
Últimamente yo tampoco sé qué decir en los comentarios, pero quería al menos que supieras que me gustó mucho ayer cuando lo leí, y hoy. Tu palabra rotunda y contundente, un efectivo puñetazo en la mesa reforzado por esas repeticiones que, dicho sea de paso, nunca te he observado como recurso, y que en este poema son efectivas al 100%.
Hablas por todos, lo que es, creo yo, la principal misión del Poeta.
Un beso y que pases un buen día, Eloy
Ten cuidado.
Repetirlo, repetirse, hasta la saciedad.
Un poeta manchado es la única manera de ser poeta.
Me mancho contigo, querido Eloy.
Hablas por mí también, lo sabes.
Abrazos
Yo a tus nietos les tengo puesto entre las estanterías, junto a los libros, el arco y carcaj repleto de flechas, y un par de lanzas de fina punta. Nos estamos organizando.
Un abrazo, Eloy.
Me quedo con este poema tuyo, lo enarbolo, lo agito en el viento, lo grito, lo suscribo. Bravo Eloy.
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