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En qué lugar alzar las manos
y despoblar el silencio
para decir a los malditos,
llega un día en que nosotros
con reposado andar, firme latido,
demos fe de lo que somos.
Dónde extender los gritos como sábanas,
llamas que se aúnan en una sola voz que extingue
la palabra enfangada, mercantil rehén de la gramática,
en puños de crispado metal y relámpago,
en cóleras que hielan hasta mancharse.
Qué hacer cuando la marea viaja en un solo sentido
con la mansedumbre pastoril de la goma lisa y el espanto que es
solo una imagen más, diez mil milisegundos, tal vez, al otro lado.
Cómo verter la rabia, cómo edificar la casa
abierta, bajo la pesadísima losa de esta oscura
tenaza que nos conforma.
Los notarios del miedo acosan, desde un Norte desnortado,
siembran la paranoia en las costillas silentes con la espuela y exportan
el mercado del amor como vida automática.
Habrá que arar la tierra estercolada
con ataque preventivo en inhóspito país,
no cerrar los ojos y volver a mirar hacia ese lado
sin narcótico mercurio y huesos, de tribal jerarquía.
Acaso el paso, leve pero seguro, la huella
pequeña, pero huella, el canto, infantil pero invencible,
el acto y el arte, la rutina falaz,
la resistencia.
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2 comentarios:
Me alejo de esa marea.
Prefiero mil veces la soledad.
HOLA VENGO DE BLOGS AMIGOS.
MUY FUERTE Y CONTUNDENTE TU POEMA.
ES UN GRITO A LA AVENTURA, LA VALENTÍA DE HABLAR EN CONTRA DE CÓDIGOS RÍGIDOS Y DEMASIADO ESTABLECIDOS.
En UN CAOS.
BESITOS.
TE INVITO A VISITAR MI BLOG PRINCIPAL
lujanfraix.blogspot.com
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