martes, 28 de diciembre de 2010

Óxido.

.
.
Esa mujer
que dormía en los tejados
sueños lisos
de alfombra y optimismo,
la mujer de por

de

para

la misma que ahora desteje
-Penélope impávida y sin respuesta-
el frío abismo que la atenaza.
.
Sí, esa mujer de ojeras inconclusas,
con viento en los arcenes
y pálido nihilismo
¿la recordáis en las aceras
vendiendo naranjas
con el rostro de máscara
y simétricas costuras?
.
Ahora labios
y aristas son palabras
gramaticalmente impecables
como el sordo rumor que se diluye
con un umbral imperceptible
entre las sábanas blancas de
insólito nepotismo.
.
Y esa mujer,
la que bebía en la boca
de todos los comensales
-hetaira conversa
a la ortodoxia bizantina-
relame en sus heridas
el óxido que el tiempo
nos deja como prenda,
con sus labios como aristas,
sus espinas como labios.
.
.
.

2 comentarios:

Amelia Díaz dijo...

Qué regusto amargo me deja hoy tu poema, querido Eloy.
No sé si ha tocado visita o va por otro lado...
Como poema, impecable. Genial.

Qué ganas de que ya sea 3. Tengo un libro para ti.

Un beso enorme!!!

Cita Franco dijo...

Me encanta que aun existan este tipo de sensibilidades que escriben así a las mujeres. Ains!