Anochece cada vez más tarde
y sus colores son
cada vez más eléctricos.
En la casa hay direcciones
veladas
al ojo detector,
caminos invisibles que no
encuentran
la ventana que les mira desde
afuera.
El tiempo se retrae,
se enquista en cordadas que
no alcanzan
a divisar esa luz que se
marchita en lo alto.
Como cansadas, las palabras
se detienen en las hojas.
Se acerca un aguacero de púas
reptando tras el espejo oval.
En la sala de espera
ya se apagaron las luces.
3 comentarios:
has conseguido un ritmo muy intrigante, como ese ojo receptor
Sugiere la soledad y el desasosiego de una sala de espera.
Me encanta la imagen de la penúltima estrofa.
Abrazo, poeta
caminos invisibles que no encuentran
la ventana que les mira desde afuera
Va, me detengo y caigo.
Abrazo poeta.
Publicar un comentario