El hombre del traje azul oscuro
tiene las manos tintadas y una muesca en la sien
tiene unos zapatos nuevos que mojar
en desayuno continental cuando mira
desde su atril de confort europeo
Sabe destripar farolas
volver del revés un pulpo en el noticiario de las diez
asear las calles con zumo de esparto sabe este hombre
en cuyo sexo anida un arma descosida
En su refugio de suelo acuchillado reparte recortes y prebendas
con un rictus de desprecio en las grietas de sus dedos sin huella
de sus dedos bolígrafos firmando unciones tóxicas hasta pleamar
dedos que no aman sin precio y conjuga
-ese hombre que nunca caminó descalzo-
los verbos robóticos del tópico español
El hombre de costra creciente y pálida niñez
augura días de plomo en un solo color
su espejo le devuelve un cadáver con sonrisa
de un tiempo de antes de estar vivo
pero se implanta unas gafas de niebla unívoca
que solo dejan ver lo que quiere ver el hombre
del traje oscuro y azul al que hoy
le sudan brillo las manos tan lejos
de la plaza insomne en que los niños
crecen enemigos hacia el tiempo de estar vivos
5 comentarios:
es un gran final. Has descrito a ese hombre con imágenes muy nítidas
Una descripción magistral del adversario, con versos llenos de fuerza y veracidad poética. Yo conozco también a ese hombre y a todos los de su casta.
En abrazo
Elvira
Este hombre , al que tan bien retratas en verso, anda por todas partes, no siempre es azul el traje, algunas veces es verde oliva y apesta.
Buen poema, tremendo final.
Abrazo.
A este hombre de traje azul le daba yo uno gris de los que yo conozco tan bien (de lavarlos y plancharlos... bueno, ya, ni plancharlos, porque se les va la serigrafía)
Le he visto hasta la cara conforme te leía, Eloy.
Magnífico (poco puedo añadir a todo lo que te han dicho ya)
Un beso
Esa gente que nace vestida y habla el idiomas extraño de los que nunca estuvieron vivos, nunca aprenden
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