jueves, 24 de noviembre de 2011

Versos reclusos



El calor
en sus ojos.


No hay virutas de humo
en la alegoría que es
un poniente de versos.


Mi calor y sus ojos
rondando el devenir de una estrella.


¡Qué flor extensa
de vida inacabada!
¡Qué rectitud insumisa,
qué lineal desgana!
¡Qué desprecio de puertas
en la vertical herida!


En los ojos
un calor de ofrenda,
una rosa sin vientos
que la aclamen,
un destierro protector
sin alas, un desgarro.


Los colores cálidos
planean un paisaje.
La vanidad no tiene
sudario que la envuelva
en los pasillos sin fin
de la incrédula memoria.

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