viernes, 17 de junio de 2011

Blogueando: Tres poemas de Sofía Serra Giráldez.



La desquerida

Yo no fui mujer ni cadera
ni tálamo maldito que en tu vida
infringes. Yo no fui timón levante
ni simún o mistral ni solanera,
ni siquiera un hueco o viento
frío o caliente que en tus manos albergara
a esa estrella escapista que hace huída
dolorida mientras mis uñas emponzoñan
manjar preso de injusticia: hígado
para los buitres fui esparciendo
acre y húmedo alimento de roca
que no fui promesa ni en cadenas confluí
con el río que ya no fluye ni yerba
oscilante siquiera en el margen
del dolor de la oscura y negra fiera
que duerme en la rama de la acacia
como si bello canto nocturno
trinaran sus encendidos iris.
Yo no fui ni selva monte o
bosque de tundra sólo solitario,
ni fui ni sigo siendo sólo loba
o madre ni sólo risa.
Yo no fui mar ni cima
ni siquiera fuego sin beber
siquiera agua
fui ni siquiera
poeta.


Sin comer desaparece
infligida por la noche
allende la calle
que se ausenta.
Y yo no fui ni olmo ni siquiera sauce
que llora fui
si acaso flema.



...



La puñalada


Compraré alhajas cuando paseo
por el mercadillo de agosto los días sin sombras
salvo en la acera ambulante que me proponían
tu voz, tu boca, tu oído,
y yo anhelándote, mudo brocal,
y la tapia cubierta de hojas de parra virgen
sorteando a la madreselva,
minándose de mí y yo huyéndote
sin que llegaras o vinieras a verme.
Me escabullí tras tus andrajos,
miraste en otro sentido
con tus dedos, y hacia allí vagó
tu cuerpo tras ellos que se alargaron
hacia el cuchillo diestro de noreste,
ése de donde llega la helada,
ése rasante vuelo de hielo
sobre las onduladas tiernas carnes
de mi apuesta: rosa en uno u otro ombligo.


Aunque todo me diga que debo ser más cobarde







El precipicio

Allí estaba ella, él entregado a la libertad
donando sus capicúas flores,
flores como orgasmos quietos,
arrítmicos, suspensos de lámparas
implícitas sobre el escenario.
La jornada partió el camino,
el camino se sostuvo colgado
de los dos salientes sobre el río,
el río fue un hilillo de baba
resbalando por la comisura
izquierda de tu boca.

¿Hasta cuándo dormirás
ahora que han encendido las luces
los vecinos y puedo contemplarlos
eliminando las huellas de su crimen?
Qué bello el río recorre
la calle al fondo
cristalina llego
me rompo y estarzo sobre los adoquines.

Adolezca de todos los gozos
con tu nombre mientras
no te averigües mientras
no te sane la solícita
costumbre de dormir al viento
del voyvén.

Tú y mi despedida de ti.
Tan lejanos vados.



Para adentrarse en la obra poética de Sofía Serra os recomiendo visitar su blog El cuarto claro
y para disfrutar de su otra pasión, la fotografía, no os perdáis su otro blog
Meridiana claridad
en el que comparte sus sugerentes instantáneas.

3 comentarios:

Sofía Serra dijo...

Muchas gracias, Eloy.

poetas sin sofa dijo...

Todo un descubrimiento, gran poeta y también una gran fotógrafa.
Gracias por compartirla, Eloy

Odile dijo...

Gracias eloy por la recomendación. Es una poesía muy personal, profunda, bella, densa y sus fotos son maravillosas, como tú dices, llenas de sugerencias. a seguir.

Un beso