jueves, 18 de agosto de 2011

Mediodía


Mis ojos son dos ramos
-laxos, horizontales-
vencidos por la pereza con que gira el girasol
y las duras condiciones que imponen en Agosto las isobaras.

Los barcos, ajenos, navegan en los cuadros,
las mujeres apuran sus siluetas y yo
desatiendo los hábitos
firmemente establecidos
tras la puerta verde del espacioso living room.

Soy un flamenco rojo en la cocina,
aquel estúpido que todavía no emigró,
soy el camaleón que conjuga
los verbos del fútbol y el bar.
Así se dispone en los bandos que cuelgan
de las esquinas de plomo en esta inhóspita ciudad.

Como caracoles amasamos las babas
con que nos han de intoxicar.
Vendemos nuestro tiempo al reloj de los hombres sin hombros
y la música es un festín de martillo hidráulico percutor.
Yo me defiendo de su turba, sus mareas impolutas y su sólido castillo
con el más impostado de los cinismos que encontré en el bazar.
Tengo un amor pequeño para hoy con el que he caminado sobre el mar,
pero no como Dios, o su hijo, yo no espero
la llegada del Gran Redentor.

A estas alturas dulcísimas de la mañana y llegado
el verso veintiséis,
yo recojo mis restos, que el calor ya dilata mis sienes
y es un magma sin alma lo que viene
a partir de aquí…




6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta todo, pero me encanta ese final, esa última estrofa, ahí, así..
Un beso

leolo dijo...

Sabes, Sofía? Nunca sé si contestar o no los comentarios. Me cuesta, pero creo que debería hacerlo. Me alegro que te guste, gracias por tu comentario, que viniendo de ti me sabe a gloria.
Con respecto al final, me gusta a veces utilizar recursos que se salgan de lo previsible para resaltar esa primera persona que está escribiendo un poema.

Mil besos

Ramón María dijo...

Menuda apatía de mediodía, me gustó al igual que a Sofía la última estrofa escrita...

Abrazo

Anónimo dijo...

Qué hermoso es haber encontrado este blog. En realidad se lo debo agradecer a Amelia Diaz.
Un poema de lujo!
Un abrazo, te sigo.

leolo dijo...

Ramón, gracias por venir, a veces la apatía y la pereza también pueden ser rentables.
Pues sí, Diego, es una suerte encontrarnos y si fue por mi amiga Amelia, mucho mejor. Gracias.
Abrazos a los dos.

Layla dijo...

brutal, un placer encontrarte..."como caracoles amasamos las babas con las que nos han de intoxicar"