Entre el sueño y la vigilia
desmontamos el tiempo,
atamos sus alas
a quiméricas rocas
y bebemos el agua
que seca los pozos
con la bárbara avidez
de la primera promesa.
Surca el cielo un ronco gris,
un infinitesimal quejido,
pero tus manos pintan de azul
la armonía que precede al rayo.
Así sucede entre nosotros,
a ratos, una quietud
leve, de tiempo indefinido
con aroma a quejigo
u otro árbol innombrable.
Un ladrido equidistante
entre la ternura que cumplen los años
y el deseo fértil
que se enrosca
inútilmente entre tus tallos,
temeroso ante mi mueca,
mitad áspid, mitad nieve.
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1 comentario:
Me encantan tus poemas de amor, Eloy. A veces quietud, a veces ladrido y así es el amor...
Un beso enamorado de la gente que ama
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