Qué daría hoy
por retener el sabor de tu primer beso,
la tierna y liviana lujuria
descendiéndome impune
por arterias y avenidas
de tu colosal anatomía.
Dónde encontrar
aquella mirada, seminal y primigenia, el latido
que desarboló mis sentidos
cuando jugabas a verme crecer
como una madre, una hermosa niña
eras en tu pelo negro de noche
cuando las sábanas de otros nos alejaban del mundo.
Cómo retener aquel instante,
-ya luz, ya rayo, ya todo-
tú desnuda en la penumbra, recortada
sobre el fondo negro de la noche nuestra,
yo, feliz en la osadía primera de mirarte,
aquella vez me atravesaste
la carne, a dentelladas.
Pero hoy, llegados a un estío
que repite sus rutinas,
pregunto por el misterio
que equilibra nuestras vidas.
Tu futuro me contesta y me arrebata
y me llevan de la mano tus preguntas
tramposas, tus dudas, amigas
de mi cartesiana firmeza
y mi pose de hombre duro.
Y como Celaya, el poeta de guardia
en mis años oscuros
yo declaro tus besos inmunes
a calendarios y números,
tus besos
raros,
nuevos
y turbadores.
5 comentarios:
Yo también pregunto por el misterio de nuestras vidas.. ¿que respuesta tenés?
Uf... qué bonito poema. Me ha encantado.
Besicos.
Me gustó, en el titulo está la respuesta.
Abrazo
Delicioso este poema, intrigante, y emotivo, muy bueno, realmente me ha conquistado.
Un abrazo de verano
Podemos saber por qué queremos? Poe qué dura el amor?
por qué se nos muere?...
Me ha gustado mucho. Muxus
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