cuando en mi cuarto blanco paseo solitario,
con el balcón abierto, respiro cielos anchos
y me siento joven (claro que es mentira),
y me siento alegre (no podéis negarlo),
y contra el mundo entero,
contra mis deberes, y mi edad, y mi cansancio,
me afirmo simplemente.
Sobre mis dos pies que aquí se apoyan recios
pesa un cuerpo macizo que da una sombra cierta,
se eleva mi cabeza segura y orgullosa,
brilla un sexo que apunta a un calor femenino;
digo simplemente
que soy un hombre entero y que el serlo me basta,
soy un hombre vulgar (lo que no es poca cosa),
soy feliz como puede serlo cualquier otro
.
Gabriel Celaya, 1946
1 comentario:
Rotundo y emocionante Celaya en este poema.
Hemosísimo gran maestro de poetas, de seres humanos.
Gracias por este regalo Eloy.
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