lunes, 28 de noviembre de 2016

Matarranya





Caminaremos        en un lugar al que llamaron Desierto
por sendas en las que otras generaciones pusieron piedras
plantaron olivos a ambos lados ..... vieron un cielo
bajo el que estaremos caminando hacia el Santuario como meta.


Nos asombrará la luz del mediodía     en invisibles techos
a los que otra luz dió utilidad
en tiempos   otros ..... no mejores ni tan lejos   solo
instantes irrepetibles de Universo.


Ascenderemos a la Ermita descabezada        desnuda de poses
flanqueada por árboles a los que abrazaremos
cuando el atardecer será una modal tonada de grises.



El río verá en su lecho nuestros rostros reflejados
en mañanas idénticas a las que no amanecimos
y como animales huraños nos desnudaremos en la ribera contigua
hasta ver pasar dos veces las mismas aguas
moderadamente felices    sabiendo      que las cosas
que permanecen dispuestas al goce de los que sobreviven al copiado
estarán en su sitio  ligadas a un eterno retorno,
esperándonos.




jueves, 24 de noviembre de 2016

[Para trazar los restos de un comienzo]



Para trazar los restos de un comienzo
necesito mundos menos huraños
en los que el ruido no se adose a la piel

mirar a los árboles y al río
como si viera al ángel primigenio

asombrarme de nuevo
con este continuo milagro de la luz.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Mujeres




Una mujer con fiebre
busca en el mercado.


Puede ser Monrovia, Barrio Medina, Port-au-Prince,
Mogadiscio, Samara, Gaborone, Teseney,
Kuchlak, Latakia, Ciudad Juárez,
también en Idomani hay una mujer
cargada de bolsas y 32 años
buscando en el sustento una razón
que la conduzca hasta el anochecer.


Cada nueva mañana olvida cómo es
un tejado cubierto de harapos,
el tiempo de vivir descalzos,
la soledad de no tener,
pero una mujer con fiebre no se arrodilla,
se aferra a la vida con todas sus extremidades
amasando la libertad que se prostituye al dinero,
rotas las uñas por la tierra que la ha de sepultar.



Mariam se llama la mujer
que muele su tristeza en cuencos
manufacturados en un local clandestino de Bangladesh .



Jasmine se llama la mujer
que se queda sola y siente miedo
y entra en la multitud de sombras y siente miedo.



Leila se llama la mujer
que huele metal en su horizonte
y tiene llagas en los brazos que levantan a su prole.



Salma se llama la mujer
doce horas al día
en el siglo precario en el que ha sido concebida.



Cynthia se llama la mujer
que se pesa desnuda en el baño
y promete al espejo la larga batalla de la redención.



Amira se llama la mujer
de diez años que nunca fue niña
vendida a las armas del hombre barbudo que juega a ganar.



Chandra se llama la mujer
que reúne sus fuerzas
en una asamblea de amor por los justos.



Nadia es el nombre de la mujer invisible,
la que canta a la Luna pasadas las diez,
la que está llegando con la longitud del cometa
a un tiempo de cerezas en la mesa ancha de los pueblos de piedra.



En los amplios paisajes reconquistados al destierro
el llanto del profeta retumba en las paredes.

El crujido del dolor está rodeando la casa.
La suerte esquiva la mirada a los pobres.



martes, 15 de noviembre de 2016

Esa mujer helmutnewton


Qué hace a mi lado esa mujer helmutnewton
saliendo de la ducha con tacones blancos
y gotas de ébano en sus pechos funambulistas
cruzados los espacios en los que descanso
de esta pinacoteca fría y larga que es ir muriendo a poco.


Qué ardor me come cabal y duro de tristezas
cuando dobla sus piernas megalíticas sobre el mí mayestático y orondo
a qué orinoco afluyen las lluvias que la construyen
en plenos trópicos obscenos de preguntas.


Qué mes levanta un limonero en su novena altura
si el viento pide pájaros y ella encuentra prioridades.

Cómo amarla a falta de segundos para el cierre
con ausencia de lúbricos antídotos para el vicio
de ser uno más de los frutos en su lengua alquimista
cuando destrozo armarios con un rompecabezas de prendas acumuladas sin ton.



Prometo no quererla eternamente
desde posiciones tomadas al enemigo albedrío.
Seré firme y generosamente distante
como un caimán adormecido en la ciénaga
si me lanza el conjuro que hagan suyas mis huellas.



viernes, 11 de noviembre de 2016

Todo es lo que parece



Quien agita el mástil del daño
sabe que el cuerpo del ser se levanta
y camina. Sabe que detrás del disparo
hay un ejercicio de luz que alienta
el movimiento gregario de los insectos.


Quien levanta un muro conoce
la porosidad de las construcciones
su carácter lábil como el de los seres
que las cruzan y quedan postrados
con bala o sin ella como trapos.



No hay vuelta atrás. Ni sal en las estatuas.
Queda el amor como coraza.
Queda la muerte y el legado.

Y la esperanza escondida
tras el chaleco antibalas.




lunes, 7 de noviembre de 2016

Olvidando el poema




En ciudades invisibles
recorro la doble aguja
por relojes suspendidos
en las blandas aceras del sueño.


Vehículos que me llevan
a lugares que ya vi y no son
los lugares que estoy viendo.

Voces o rostros del ayer
mirándose en el ahora




Canciones puestas del revés
por el enano de Lynch suenan
en el humidificador 

mientras respiro o duermo.

Danzo a la lluvia inversa
en el bosque crepúsculo de Nara.
Una parte de mí ya está dentro
se queda y no vuelve
al lugar imparcial que me sustenta.


Los ciervos comen
de la mano de turistas
junto al templo de piedra.


Aquí pertenezco a la tierra
soy una parte del viento
que azuza las sienes del bambú.

Con el dedo en el atlas
ejercito el eterno retorno.

Me amanece el sonido
despertador continental de hora fija.
La penumbra
se está resquebrajando.


Despierto
y cada mañana
olvido el poema.