Hamaca
paraguaya
que come cáscaras
de pino de arena
para quedarse sin letras
mientras el pájaro,
de oficio carpintero,
no deja adivinar
el origen del sonido y los silencios
pasan silbando a nuestro lado.
Tu ombligo se traga piñas,
mi tiempo se descubre francés,
cuando la noche llama a la puerta
que abre en diáspora su doble vertiente de tejas
y el gato negro de pies blancos
nos mira indiferente
pero solo se restriega en mis tobillos.
Toma la corteza seca y haz un hueco en esta cama,
escribes en el tronco de un ciempiés,
y mis manos varadas
en la encrucijada de una pista forestal
mueven las ramas más altas
Lánzame un boomerang a la hora del vermut
o reúne un congreso de ardillas
para pasado mañana
porque la altura de bosque no podremos alcanzarla
hasta el próximo aniversario,
esa medida de tiempo
tan disparatada.
que come cáscaras
de pino de arena
para quedarse sin letras
mientras el pájaro,
de oficio carpintero,
no deja adivinar
el origen del sonido y los silencios
pasan silbando a nuestro lado.
Tu ombligo se traga piñas,
mi tiempo se descubre francés,
cuando la noche llama a la puerta
que abre en diáspora su doble vertiente de tejas
y el gato negro de pies blancos
nos mira indiferente
pero solo se restriega en mis tobillos.
Toma la corteza seca y haz un hueco en esta cama,
escribes en el tronco de un ciempiés,
y mis manos varadas
en la encrucijada de una pista forestal
mueven las ramas más altas
Lánzame un boomerang a la hora del vermut
o reúne un congreso de ardillas
para pasado mañana
porque la altura de bosque no podremos alcanzarla
hasta el próximo aniversario,
esa medida de tiempo
tan disparatada.
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