Días apocados
blandiendo una ubre menguante.
Los surcos de un verano
blandiendo una ubre menguante.
Los surcos de un verano
que no sucederá
como ese tiempo
antiguo
desgastado
que se va y no
recuerda
al niño perdido en
la arena
que regresa con la
cara sin formas
al rabioso presente
quemante
Una mujer ha preñado
su huerto
de alhajas y ojalás.
La era esparce
corazón
por las espigas del
ocaso más amable.
Y hay nidos que
apuestan por el sol
y cuelgan de vida
las fachadas.
Los cuerpos siguen
engendrando
el fértil simulacro
del deseo
y hay desnudos que
son como vuelos
tan altos como
alegría.
Un estío en
desconcierto
está tintando mis
manos.
Yo miro desde la
acera
al mundo que me
tropieza.
2 comentarios:
A veces, sí, la vida se tropieza con uno, topa mientras decidimos si somos o no somos, si estamos o no estamos.
Sin embargo, en el fondo, nunca nada cambia.
tus últimos poemas rayan una gran altura
enhorabuena
Publicar un comentario