jueves, 28 de enero de 2010

sonora soledad



...
en el hueco de la almohada
hay resquicios
de un aroma perpetuo,
esa sonora soledad
que le rescata su herida

...

domingo, 24 de enero de 2010

Cénit.

Geometría de unos labios. El beso,
intenso, seco, diez mil segundos,
un instante, tu boca
en la cumbre más altiva del deseo.
Tu boca que devora
el más voraz de los silencios.
.
.
Silencio de una boca,
rojo como el mar irritado
de una carne que transpira labios
y de unos ojos ciegos
que se alimentan de labios,
de labios, noches a dentelladas,
noches ingrávidas sin ausencia de labios
en donde todos los espejos del hombre sin sueño
se vieron reflejados.
.
.
Dientes mordiendo cristales en planetas sin luz
sabor, perfección, arte, ciencia.
.
Deseo.
El beso,
apenas un segundo.
.
.
Fuga.
.
Alas.
.
Pasión.

miércoles, 20 de enero de 2010

Pronombres (3ª persona: singular y plural)

.
.


Ella
llevaba las alas
recogidas
dentro del abrigo
para no desairarlo
a él
con sus preguntas.

Él
le regaló una isla
sólo porque una tarde
le oyó decir al espejo
a ella:
ojalá tuviera una isla
desierta
para mí sola.

Ella
se puso el bombín
de él
y usó sus gemelos de plata
-los de ocasiones especiales-
y salió a la calle
a reclamar
su cuota mensual de mariposas.

Él
escondió su miedo colegial
-ese vano augurio-
en la gabardina,
la que un día un payaso
que no sabía llorar
le dejó en prenda
por si las lágrimas
y la lluvia
hacían un pacto con los meses helados.

Él
y ella.
Ellos
sonrieron a las esquinas
-amorosos-
y ellas,
las esquinas
les devolvieron el saludo,
tan educadas.

Y en un giro fatal,
tal vez mal calculado,
se miraron a los ojos,
y el futuro fue incapaz
de etiquetarlos
a ellos,
tan torpes que no supieron
disimular ese amor
que trepaba por sus tallos,
allí
donde la esquina y la noche
desenredaban sus lenguas
tras el beso
que se demoró tanto tiempo.




martes, 19 de enero de 2010

Adverbios.

...
Si al menos fuera, o fuese
si acaso todo, o mucho, o siempre,
pero no largas esperas como mares helados.
...
Si por algo mío quisieras ...
ser todo, o nunca,
o siempre, o nada ...
...
Pedimos fútiles sombras
a pájaros viajeros.
Soñamos sueños sencillos,
pero sólo nuestros.
...
Sabemos donde estamos.
Buscamos.
Nos buscamos.
A veces torpemente, siempre
con el corazón agitando espadas

jueves, 14 de enero de 2010

Ese señor alemán.

(Para Rosa y Antonio,
que un día me dieron la vida,
y hoy son dos velas difusas,
frágiles barcos de papel
en medio del océano)
Ellos
son ahora apenas dos niños,
dos llamas varadas,
dos Benjamin Button regresando a la nada adormecida
del cuento, la risa, buenas noches y pórtate bien.
Un señor alemán
o austríaco,
no sé,
se los llevó de la mano
allá donde habitan los monstruos
y los pasillos son oscuros como sueños.
Un señor alemán o austríaco
-no recuerdo su apellido-
de pelo lacio y barba cana
les habló de hospitales de luces
y de angostos laberintos
en los que las neuronas no devolvían los recibos.
Les contó que este mundo, era de los otros,
los de las máscaras y las muecas
... y les cogió de la mano.
Y hoy sus manos en la mía son frías agujas sin savia
y sus pasos cansados transitan la agridulce geografía del dolor.
Pero yo
desde mi pedestal de nubes
aprendo con ellos unas nuevas reglas
con las que puedo ser hijo y padre a la vez,
y alterno lágrimas
con lluvias y caracolas
que van -con ellos-
indecisas,
hacia la nada más oscura y profunda de las nadas.

lunes, 4 de enero de 2010

Mirarte.



Déjame contemplarte
así, sin más,
sabiendo que tu belleza es a la Luna
como la redondez imperfecta de tus pechos
son a la frágil exuberancia de este cuerpo
que recorro, transmutado mi asombro en alegría,
como el niño que fui alguna vez y sigue
agazapado tras el armario de los zapatos.

Es el gozo de mirarte, que me hace libre
y restaña las heridas del asfalto y los neones.

Tu piel, ya presagio de lunas imberbes,
es el ejército de alondras que protege mis patios
de las más profundas simas del vacío,
aquel hueco interior que atenaza palabras
y provoca noches, insomnes y negras,
huérfanas de lunas, asesinas de estrellas.

Cuando contemplo tu cuerpo tendido
y es sublime la fortuna de verlo amanecer ...

Cuando poso mis labios en esa música incierta
que son líneas trazadas por un dios equivocado ...

Cuando quiero perderme en esa mansa geografia
que son manos, son valles, son muslos y altares ...

Siento el mundo hervir bajo mis pies
al mirar tu cuerpo sin más luz que la tuya.