Es domingo y te pones
el traje cansado
de los domingos.
Las niñas,
tu marido y el trabajo,
los días y las horas
son ahora
un extraño vaivén
de lágrimas y temblores.
Y dejas la máscara
en la mesita de noche
y te lanzas al mundo a pedir
tu cuota mensual de amor y lluvia.
Pero el dolor y los días
entumecen tus labios vencidos,
las piernas no responden
al crucial latir de las ciudades
y vacilas y tropiezas
y dudas y callas
y te enojas al comprobar en el espejo
que ya no eres la misma,
que no quieres ser la misma
porque ahora
es tu turno en la partida
y no quieres
ceder el paso en las preguntas,
respetar los puntos y las comas,
ser tú lo que ellos quieren que tú seas.
Los otros, los de antes
te miran desconcertados
cuando la nueva mujer
que quieres ser asoma
por los enigmas que disparas,
sonrisas que no quieren ser
lo que eran, casi muecas.
Languidece el domingo,
dejas en el vestidor el traje cansado
y luces con brillo el pijama
que tu marido te regaló hace meses.
Las niñas, los dias, las horas
son un vaivén extraño
en los últimos suspiros del domingo.
4 comentarios:
Ciertamente no sé por donde tomarlo... acaso el traje le hace mal? o no le molesta pero desea ponerse otro? estoy espesita... mil perdones...
Besazos de Citaaaaa
¡Cuántas mujeres llevan esta máscaras sin saberlo! Sólo algunas se escuchan y deciden vivir su vida intensamente.
Un beso de mujer que no renuncia a sí misma
De lo más más hermoso que te he leido, una gran belleza.
Cariños!
Genial.
Muchos vivimos atrapados en la rutina, en la cotidianeidad de nuestras vidas y ansiamos cambiar de rumbo, vivir nuestra propia existencia sin tener que acomodarla a los demás.
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