Un sol valiente acaricia mi calma.
Yo, me dedico, pacientemente
a observar los árboles que trepan los bancales.
Hay crepitar de humos en los huertos
y un silencio elegante a las doce, es mediodía.
Las pieles sensibles agradecen la mixtura de astros y raíces
y aunque el viento nos recuerda que el invierno está presente
simulamos que vivimos un interminable estío
sin futuros, ni añoranzas ... sin recuerdos.
Los coches son manchas, lejanísimas hormigas
que serpentean las lomas de un verde inestimable.
Caminar y comer son verbos oportunos
... tal vez añadir: mirar las nubes crecer, amar
despacio y con confianza, beber los vinos
que la tierra nos regala con su pereza de tierra.
Es posible alternar algún adjetivo con fuerza
que otorgue un aire trascendente a la escena
pero yo ahora, dejo los papeles a un lado
y me abandono a contemplar lo inexplicable.
4 comentarios:
hola!
te invito a que pases por mi casa
dejare la puerta entreabierta..
te dejo un fuerte abrazo!!!
Que precioso poema, Eloy. Contemplar lo inexplicable, creo que no existe actividad más placentera al alcance de la mano de todos los hombres, con el agrabante de que sólo unos pocos distinguen que nada de lo que nos rodea tiene explicación.
Cariños!
Bonito broche final a un brillante comienzo
Pues abandonate sin tiempo.
Muy grata lectura.
Saludos, siempre esencia.
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