Dulce abismo,
tan cercano,
y tan solo, en el horizonte,
como una llamada al silencio
al recuerdo de las dulces noches distantes.
Ahora ya no existen las luces amarillas
ni aquellas sábanas que conocimos
cómplices de elipsis y de manos
abrazando los minutos verticales
de un tiempo ajeno
tan huérfano de aguaceros.
Cuando decline el fulgor en tus ojos
y caigan cenizas de tus dedos.
Cuando el viento sea, no más que el leve susurro
que ya no te acompaña, y el mar
un abrazo sin vida,
recuerda
que de los ojos con que me miras
nacieron las luces de todos mis mundos.
2 comentarios:
Bonito final para hermoso poema.
Escribes muy bien.
Felicidades.
Saludos desde el sur.
Lindísimo Eloy, lindísimo...
Publicar un comentario