lunes, 11 de noviembre de 2019

La edad de oro



Dijiste que la casa era el refugio
en el que guarecer tu cansancio.
En el cielo tres aviones se cruzaban
y septiembre señalaba su lugar desde el ocaso.

Hay belleza en los escombros, dijiste,
puedes forjar mi ceniza,
alzar una pirámide con la envergadura de mis brazos,
brindemos pues por este terco eco
que no quiere saber de medidas,
por los párrafos escritos en idiomas imposibles,
brindemos con el cáliz antiguo
como animales libres y hermosos.

Bailaste para mí desnuda de promesas
en la playa cuando el sol era un susurro.
Puse en tu boca una piedra
plana y esférica como nuestra historia.



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