lunes, 3 de julio de 2017

Natura






Estoy en la rambla en la que un río se esconde
sentado en una roca con los pies
firmes en el agua helada
que surge de la tierra primigenia.


Miro hacia arriba y las copas
vegetales me contemplan.
Hombre libre en el espacio
frente a sus contradicciones
lacio y hueco reposando la comida
y el camino erróneo que a mis dedos
se revela en bruscas lazadas de consuelo.



Estoy sentado en una roca
que ha modificado su forma
a la velocidad unánime de su historia.
Habito el mundo como el árbol
pero menos vivo, menos ardiente
sabiendo que soy un privilegiado
un asceta buscando la pista
que me acerque a lo próxima encrucijada.

En cada bifurcación encuentro
insectos que desconozco
alcornoques desnudos de cintura a la raíz
pasos antiguos de otros pretendientes
buscadores de la gran respuesta
a la pregunta que se repite
como un bucle día tras noche.


En el espacio entre solana y umbría
hay otro espacio que se vierte en oportunidades.
Yo dejaré el lecho por el que manaron las aguas
y volveré a la dulce repetición de mi jornada
mi amor, los días pares, las comidas, el sueño,
seré uno más de todos los enigmas
inalcanzable para mí y para el resto de los seres
una piedra en el zapato de la vida.


















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