Voy a atreverme a decir
que ahora sí,
después de la pareja del
espacio,
tus hombros son de sed y
de sidra.
Voy a decir:
tus costillas con mi
cérvix,
mis aductores para el
paladar blando,
la línea de la vida sobre
mis pezones.
Porque nadie escucha y
aunque lo hiciesen,
insistiría en la cáscara
de nuestros sexos,
haciéndome la mujer de
los azules crujientes.
Ha pasado demasiado
tiempo
y aporto pruebas
de cómo subes el volumen
a las ventanas
y una ráfaga de plumas
entra en la bañera negra
de los años pálidos
a cambio de un enjambre
de burbujas con nuestras iniciales.
A pesar del tiempo,
en el que te manipulé
para que calzases
cariátides y cafeteras ardiendo,
ahora crece un roble con
palomas en el salón
y es elástica la muerte,
la saliva y el pasado.
……………
Una vez
mis sábanas filtraron la
vergüenza.
Algo pasó con los míos.
Lo dice este pijama rojo
talla 12 y mis bragas troqueladas.
Lo dice este jabón de
azufre en mi piel que no persona:
que coral,
que piel celosía;
que cuerpo monologante en
el que viaja más rápido el dolor de todos
que la propia historia.
Soy un vehículo.
En esta psoriasis baila
mi abuela analfabeta
su oleaje prohibido entre
las piernas.
En esta psoriasis
testifica mi madre amenazas paternas
a cambio de unas onzas de
silencio con chocolate;
En esta psoriasis
hablan los abortos en
agua caliente,
la cárcel,
la pobreza desmayada.
Agoniza mi padre
mientras la promesa
ventrílocua de que voy a escribir pase lo que pase
se ata a la garganta de
esa enfermera.
Fuí el vehículo en una
escama.
Si ahora me desnudase
seguiría el grito,
las violetas,
un hombre llamando al
timbre,
las hijas sin derecho a
guirnalda en la escalera,
un pájaro acabado en el
felpudo,
pelos negros y
un disfraz de princesa de
Galerías Preciados que no encontró la salida.
…………….
Hija
esta noche,
cuando todo el mundo se
fue,
me elevé desde el
tanatorio hasta tu cama
y te vi dormida.
Puse mi oído blanco sobre
tu corazón
y estabas dormida.
Tu pareja te abrazaba
y dormíais.
No he sabido, entonces,
qué hacer con el vapor de palabras
que traía para
ti el camino.
Para vosotros.
No he sabido qué hacer,
entonces
con la insignia de plumas
que para ti enramó el mar.
Para los dos.
Tampoco he sabido cómo
brindarte el Aria
que la noche vertió para
el esclarecimiento de la verdad.
Para el esclarecimiento
de ambas.
Hija,
no me he atrevido a
despertarte.
A pesar de saber
que mañana correrás hacia
mi cuerpo álgido, cuesta abajo
como una pasajera sin
billete a lo desconocido.
A pesar de saber
que suplicarás que nos
dejen a solas un minuto
y
otro y
otro
y te dirán que ya no más
y gritarás
y gritarás y te
sujetarán. Te sujetarán
y te darán una pastilla
para los nervios.
Hija mía, mi amor, duerme
porque me consta que
mañana
llorarás
y
llorarás y
todo tu tiempo.
……………
Tú no tendrás una mujer
esta noche.
Acepta los hechos.
Las doncellas caprichosas
se apiadan
sorprendentemente esta noche
de ese cerdo indultado.
En su piara
le sonríen, le hacen
gracias,
le dan besitos rosas en
su desproporcionada cabeza.
Es frustrante pero
tú no tendrás una mujer
esta noche.
Ellas han decidido sacar
a pasear sus lebreles.
Les llevan comida dentro
de sus sujetadores de Snoopy
y en sus pantys se huelen
entramadas.
Así que admítelo.
Tú no tendrás una mujer
esta noche.
Tetas salpicadas de
brillantitos y pasos amarillos de Converse
a por unas copas.
Un caballo relincha en la
barra, gozoso
ante la mirada de dos
madrastras:
también éstas
están ocupadas
esta noche.
Pensaste equivocadamente
que serían más fáciles:
son rápidas, listas y no
marean.
Sin embargo,
intrépidas y borrachas,
se tiran a las crines de
este alazán
como si se atreviesen
a acostarse con un hijo.
El
semental cabecea entre dos mujeres y tú
no
tendrás ninguna esta noche.
Sé
comprensivo. Escúchate
olfatear
tranquilo
todos
esos perfumes en todos esos vaqueros
y
mientras dejas que se cobren los otros el botín,
imagina
templado
el
peso de los ombligos bajo las ropas de las camas.
Sé
sabio. Todo llega. Sonríe
asumiendo
la carencia de un sudor golosina,
de
un halago en voz baja con la música alta,
de
una disculpa ante el empujón
que
deja en evidencia una vacilante virilidad.
Aunque
la noche
no
te ofrezca la mujer que mereces,
hazte
un verdadero hombre entre los animales.
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