domingo, 16 de marzo de 2014

Tanatorio


La mujer llora
o mejor, solloza
y afinando un poco más
diría que la mujer llora y solloza
y hay momentos en que parecen reír
sus ojos verdes y húmedos.

Los nombres están fijados
a la vitrina iluminada
con bombillas de bajo consumo, seguramente,
ahorran en energía.
No sabemos su nombre,
Miguel, Enrique, Antonio...
¡Joder, era Rafa!
Estamos allí y no recordamos 
su nombre.

Estaba,
siempre estaba
el cigarro en la mano
y un rostro de yo ya estuve aquí una vez.

Por qué hay tanta gente ahora
si son las tres
y diecisiete y yo
no sé
qué frase elegir,
qué fuerza en el abrazo,
tocar, tocarse,
es importante,
para sentirnos cerca
y saber
que seguimos vivos.

Miro hacia la puerta de salida 
y recuerdo unos versos 
de Karmelo Iribarren,
algo así como:

la fórmula consiste
en vivir como si el tiempo

nos debiese algo, como si fuese nuestro,
exigiéndole al contado lo que nos pertenece.


1 comentario:

María Socorro Luis dijo...


Gran poema Eloy

Una lúcida y natural mirada a la vida. Inevitable.

Besos de siempre.