La mujer llora
o mejor, solloza
y afinando un poco más
diría que la mujer llora y solloza
y hay momentos en que parecen reír
sus ojos verdes y húmedos.
Los nombres están fijados
a la vitrina iluminada
con bombillas de bajo consumo, seguramente,
ahorran en energía.
No sabemos su nombre,
Miguel, Enrique, Antonio...
¡Joder, era Rafa!
Estamos allí y no recordamos
su nombre.
Estaba,
siempre estaba
el cigarro en la mano
y un rostro de yo ya estuve aquí una vez.
Por qué hay tanta gente ahora
si son las tres
y diecisiete y yo
no sé
qué frase elegir,
qué fuerza en el abrazo,
tocar, tocarse,
es importante,
para sentirnos cerca
y saber
que seguimos vivos.
Miro hacia la puerta de salida
y recuerdo unos versos
de Karmelo Iribarren,
algo así como:
la fórmula consiste
en vivir como si el tiempo
nos debiese algo, como si
fuese nuestro,
exigiéndole al contado lo que nos pertenece.
exigiéndole al contado lo que nos pertenece.
1 comentario:
Gran poema Eloy
Una lúcida y natural mirada a la vida. Inevitable.
Besos de siempre.
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