martes, 21 de abril de 2009

Instantes gozosos.

La ciudad latiendo, cansada y dormida.
Noche.
Entre mis sienes una estrella fulgura
jugando a no ser más que arena.
Niebla. Melancolía.
El pájaro del Norte está viajando senderos.
Flotan en el aire cientos de cuchillos
y en las calles se respira un gélido viento que nos abraza.
Sigo sentado en el andén principal,
esperándote.
Te quiero, y espero.
Vendrás.
Vendrás en el instante final de la lluvia y mojarás mis lágrimas.
Sólo con tu mirada
me basta.
Mira la ciudad desde lo alto. Hay una mujer desnuda.
Toda la ciudad es una sombra de mujeres desnudas
y pájaros viajeros.
Niebla. Noche. La espera.
Primero vendrá el Señor de la Tierra
con sus astros voraces.
(Tras las primeras lluvias los campos amanecieron optimistas,
apasionados)
Luego danzarán las viñas
hayedos y robledales darán palmas
bajo la atenta mirada del búho ciego.
Tú y yo no tendremos tiempo de ver el alba.
Luz.
Planeta.
Agua.
Y la hiedra que nos vió nacer seguirá tan húmeda
como en aquellos tiempos guerreros
de furia y de encanto.
Mañana.
Amanecer.
Silencio.
Miles de soles han venido a alumbrarnos
y uno de ellos nos lanza una señal con sus brazos.
Brillaba tanto que tuvimos que cerrar los ojos.
Amor.
Eloy Sánchez

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