lunes, 18 de noviembre de 2013

Blogueando: Poemas de Marcela Lokdos



Luz Cámara, Acción


Me confieso una fucking intelectual
tu perro ya no me agrada

Luz Cámara, Acción

Qué disfraz vas a llevar esta noche?

Un conejo no significa nada 
pero una tortuga habla de posteridad

Tu perro me ladra
aunque lo acaricie

Luz Cámara, Acción

Qué libro usarás en tu axila?

Una espátula sirve menos que una cuchara
y sin embargo en casa guardo dos

Me confieso una fucking intelectual
no me gustan los puzzles
pero hago el amor con acertijos

Luz Cámara, Acción

Qué candado girará tus llaves? 

Tu perro juega con mi perro
y a las dos, conmigo



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Versión smoke-free


Todas mis catástrofes 
comienzan un noviembre
hace algunos años

Ya ni recuerdo
que se sentía echarme humo adentro
ni la urgencia de las doce
ni el rush time al drugstore del vecino

Si hoy pudiera elegir
volvería a encender mi mano
y romper mil árboles en mi boca

Pero no lo hago
le prometí que no volvería
a morir mañana.


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Incompleto


No iré a insinuar
solo a contar mis dedos
y decir, 
siempre faltan dos para los doce

Vamos incompletos detrás del tiempo
vamos armando décadas sin aprender 
que diez no es casi once, ni doce
que diez es solo diez

Lo mismo da el amor
falto yo, en vos

El mismo vacío que llevo en mis manos.


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Dimensiones autónomas


Todo está relativamente a mano
que si quisiera engañar a mi cuerpo
podría acercar tu naranja a mi cintura 
y decirle a cada músculo:
"esta esfera es el mundo,
este vientre es su plano"

Luego convencer a mis ojos
de la extraña autonomía de ambas dimensiones
sería un severo castigo,
ni hablar de la piel, el olfato y los relojes.



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El enigma no es la carne de muñeca


Una cadena de pelo oscuro y salvaje 
desata el parto de la noche sobre mis manos.

El arte es el ojo del mendigo,
el hambre de un desnudo sobre el escenario de los cuerpos
la flecha que perfila las costillas
la nave que se hunde en el aljibe de los vientres.

Como una lluvia de clavos sin paracaídas, 
el enigma llega en el momento exacto 
en que las flores se tornan negras dentro de las jarras
cuando las risas de las paredes cortejan los oídos de las sombras.

Una lisonja va a morir debajo de la silla
arrastrando su silueta de goma espuma
como una muñeca abandonada 
en su traje de cortesía sin rostro.

Mi poema no es la esposa que espera 
la hora de vestir la mesa
para abrigar el fastidio 
debajo de la desnudez de sus vajillas.

Ni la mano que aplaude en falso
la incontinencia de las hienas.

Mi poema es la amante que vigila
la bebida de las voces en las telas,
el hechizo de los lobos
sobre el canto de la piedra
el latido de su nombre bajo mi esternón.


MARCELA LOKDOS


Más en su blog:

Besando azulejos


1 comentario:

María Socorro Luis dijo...


Me gusta Marcela. Muy original y muy suya, su poética.

Abrazo a los dos.