lunes, 30 de noviembre de 2009

La rabia.

Algunas veces la rabia se me instala en los huesos
y envenena mis gestos y mis manos.

Algunas veces la rabia es fiel aliada de insomnios
-raídas paredes, mohosas ventanas,
pulmones de amianto-,
de rabia,
de infinita rabia,
rabia en los dientes,
inútil rabia.

Algunas veces el dolor no tiene la forma
perfecta, geométrica, de un prisma,
pero anida en los resquicios
más lúgubres del otoño,
y se inventa crucigramas imposibles
reptando como un alien invisible
buscando una salida
hacia la luz diminuta.

Algunas veces la rabia y el dolor deciden ser una sola llama
y es cuando necesito una pluma,
un vendaval, un faro
que señale la luz a los abrazos.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Como Marlon Brando en París.



Como Marlon Brando en París
cuando aquel tango, último,
me desgajo en un punto, perdido,
y lloro en tus pechos oscuros
y rebano silencios que envuelvo
en brillantes papeles de regalo.

Como Marlon Brando en un tango,
aquel, último en París, yo soy
lo que no debiera ser y soy,
aquí abajo y sin dejar entrar
vientos, alas, ojos, tuyos,
los días azulados de este invierno.

Como Marlon Brando, el último
que bailó en París aquel tango,
yo no quería nombres ni palabras
y buscaba ciego un cuerpo a amar.

Me quedé así, inane y fugitivo,
y quise que vinieras, no muy tarde,
cuando dejó de sonar aquel
último tango, en París y yo
no era Marlon Brando, y tú
no estabas, en París,
tu París,
último.


jueves, 26 de noviembre de 2009

Coronas y flores.


Te pienso en días de coronas y flores,
días sin juicio, de sentirme tan extraño
abrazado al vacío de tu inmensa deshora.

Es casi morena,
sus ojos dos almendras que ríen con las lluvias,
sus manos,
aristas como labios,
su risa
... es un tremendo terremoto.

Me mira a los ojos y no sé que hacer con ella.
Me hago el fuerte. Me agiganto.
Le cuento cosas que invento.
Le digo que es muy cierto.
Sus labios geométricos me dicen que me creen.

Cuando estamos solos jugamos con las sábanas

de otros.
Me dice que ...
tantas cosas por hacer
y nosotros aquí
sin números ni escaleras,
sin máquinas,
sin cielo apenas para acunarnos
sin todo,
con nada.
Pero también llora como una amapola
tras una lluvia no deseada,
y es así como crece, como una nube blanca,
como ...
(Pero ella no sabía ...
que hoy es siempre todavía)

martes, 24 de noviembre de 2009

Playmaker (... o un poema sobre basket).



La mirada alta, y concentrado
el gesto.

El salto seguro
y la finta
elegante, que deja
al otro confundido.


El círculo girando sobre su propio eje
suspendiendo el tiempo y las miradas
y el finísimo chasquido victorioso
que palpita en esas manos agitadas
ávidas de furia y de sonidos.

Esa mirada de lince que luce el playmaker
busca cómplice
un raudo batir de alas
para asomarse al balcón de los descuidos
y servir un buen cóctel de asistencias.


La cabeza alta, y concentrado
el gesto,
buscando,
encontrando
soluciones a las tramas
matemáticas impuras:
tableros, estadísticas, pizarras.

Sueña el playmaker con segundos finales
-diez, nueve, ocho, siete ... -
y un mínimo latir de relojes
extasiados
ante la maravilla de un pase
-seis, cinco, cuatro ... -
la finísima, o enésima finta
o el tiro aquel que paró un instante
-tres, dos, uno ... -
el tiempo
de las vidas
de unos pocos.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Dulce abismo.

Dulce abismo,
tan cercano,
y tan solo, en el horizonte,
como una llamada al silencio
al recuerdo de las dulces noches distantes.

Ahora ya no existen las luces amarillas
ni aquellas sábanas que conocimos
cómplices de elipsis y de manos
abrazando los minutos verticales
de un tiempo ajeno
tan huérfano de aguaceros.

Cuando decline el fulgor en tus ojos
y caigan cenizas de tus dedos.
Cuando el viento sea, no más que el leve susurro
que ya no te acompaña, y el mar
un abrazo sin vida,
recuerda
que de los ojos con que me miras
nacieron las luces de todos mis mundos.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Atardeceres.




Son esos instantes del verano en que la luz se agota.


Los grillos atusan sus tupés y anuncian su canto letárgico en la noche.


Suenan lejanas las músicas de pueblos cercanos y los rostros exudan amor y verano.


Todavía la brisa no acaricia septiembre.


Esperan junto al camino las vides a los últimos amigos rezagados.


La belleza es nocturna y tiene aroma de antiguas hogueras.


Y la noche nos reserva sus placeres olvidados en la arena de otras costas.




Son esos instantes cuando la luz se agota y languidece el verano.


lunes, 9 de noviembre de 2009

Let's Get Lost. Carta a Chet Baker.



Dear Chet

La otra noche tu Almost Blue me hizo llorar
y no te perdono por haberme roto tu pedestal privado.
La otra noche soñé con virutas de humo y onírico cool jazz,
y atardeceres rosas en la playa de Malibú.
Surcábamos avenidas en un Cadillac rosa y hermosas mujeres me acariciaban el pelo.
En Venice Beach tu lánguida trompeta me dejó solo, como tantas veces,
y regresé a la bahía de los sueños
para escucharte en el Fillmore una vez más.
Desperté y te odié, Chet Baker
pero me reí contigo, tío
y flotamos a ras de suelo ...
pero no me diste lástima
tú,
seductor cara de ángel,
corazón de diablo.
Pobre Chet
caos atravesado de puro genio,
cumbre del silencio que precede al sonido.
La humilde trompeta fue su última compañera, su única compañera