lunes, 21 de diciembre de 2020

Un lunes al sol

 

A las tres de la tarde
el sol en la ciudad
todavía tiene ganas
ganas de abrazarnos
ganas de sostener el calor
con su roce rubio.
Luego
de vuelta en la oficina
esa rendija de luz oblicua y diagonal
ese instante suspendido
en infinitas motas de polvo
la pereza inerte de un lunes
queda fuera de las rejas
de las miradas que no saben
reconocerse
de los abrazos huérfanos
de abrazos
y es tan corto el embeleso
y tan larga la distancia.



viernes, 18 de diciembre de 2020

Naturalmente

 

Una hormiga es
una respuesta al mundo
-su frágil perfección himenóptera-.
Los álamos saben
de la memoria del mundo
-lloran a veces hojas de espanto-
la necesidad de las abejas
la elegancia de un hibisco
el hipnótico devenir
de los afluentes
la noche moteada de puntos de luz
y una verde chicharra incansable
dándole cuerda al rey Cronos
el olor de la lluvia cuando moja
algo tan sencillo y a la vez
inabarcable
como el arrullo de un bosque
-vientre de los desesperados-
el trabajo impagable de la hierba
la roca y la enredadera
piedra y vegetal
en busca del ensueño.
Amemos pues
toda esta incontinencia.


miércoles, 16 de diciembre de 2020

Preguntas del día

 

De qué empeño hacer espada
ahora que soy premio en la vitrina
o escalera en espiral de dependencias?

Miro la señal como un poseído
alzo la mano y el turno es eslora.
Todo el ruido se adentra
y una carga de maleta enrosca su rueda
en las espaldas de los sobrevivientes.
Espero ante las puertas giratorias
mi lugar mi tropiezo mi pobre acto
de silencio en lienzo en blanco.

En qué nube me proyecto?
Dónde la canción afortunada?
A qué hora en qué lugar
por qué medio?


martes, 24 de noviembre de 2020

Luz

 


Toda la luz
subida en una tapia
para esa tarde
me diste.
Y no sonó un temblor
ni cruzó un avión
por la avenida de mis sienes.
Era octubre
y todavía la vida
mostraba formas sinuosas.
Toda la luz
yo de rodillas
las flores cayendo.



domingo, 22 de noviembre de 2020

Tiempo en espera

 


Hay un tiempo de espera entre el relámpago y la acción
un retorno de vuelos hacia lo inasible
como un grito espectral antes del nuevo día
resistiéndose al paso de la corriente.
Hay nubes que parecen pinceladas en un lienzo
son señales indescifrables desde esta altura de pájaros.
La calle es un río. Los árboles
fijan las aceras a una realidad escindida.
Llegará el frío como tantas veces
y será un delirio dormirse en sus rutinas
sudar entre sábana y cuerpo
atarse a la vida
como el náufrago cuando atisba un espejismo.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Y a pesar de todo

Y a pesar de todo
-el barro en la mirada, tantas
películas que nos ayudan a soñar,
los poemas impuros, los colores de septiembre-
seguimos siendo principiantes
equivocando el tiro como malos discípulos del gurú.
Esta primera persona del plural
se somete al botón en cada nueva encrucijada
y el nosotros se encuentra con mi yo y con tu yo.
Los brazos del camino se encogen
al ver nuestros rostros camuflados de maleza.
Entonces la montaña amplía sus ventajas
y la altura nos descalza para el sueño
perdidos en una fase lunar decreciente.
Regresamos al parking ya manchados de noche
y no podemos vernos en los ojos.
El día inicia su rueda. La memoria nos destiñe.
Solo recuerdo tu cuerpo tendido en la ventana de agosto

domingo, 8 de noviembre de 2020

He tardado tanto

 

He tardado tanto para llegar a septiembre
y tantos hangares vacíos
y tantos maniquíes cruzaron de acera al verme
cansado y taciturno.
He caminado sobre días grises con el pelo quemado
y en las tormentas llovían piedras de tamaños geométricos.
Un día llegué a ver a mi padre al abrir un sueño.
Me dijo que todo esto iba a quedar atrás
como sus cañas de pescar y su Seat Panda.
He sido vencido por el rumor de la nevera y por la Administración Pública.
En este tiempo he vuelto a cambiar las letras de sitio
y a no escribir poemas como antes.
Ahora el horizonte ya no es un concepto singular.
No se en qué lugar guardo las botas de invierno.
Ahora tengo una dentista que me felicita por mis logros.
Ya no se esconde el sol delante de mis ojos.




viernes, 30 de octubre de 2020

mi tu

 

A la hora aun caliente en la que la noche
es una cháchara de insectos
mi insomnio feroz
mi sordo ronquido de fantasma
mi sudor ácido del no sueño
mi esgrima para el pie
mi boceto de hombre nuevo
mis dolores mis temores
mi absurdo catálogo de espinas
tus pies en mi pelo
la isla de tus nalgas
tus huellas ya indelebles de mí
la corteza inmóvil que es tu piel
tu regazo preñado de futuros
el naufragio controlado de tu frente
la rosa blanca que gira en el centro de tu noche.



lunes, 26 de octubre de 2020

El tiempo del desconcierto

 

Un click me conduce a una turba de voces
encalladas como peces tras la Gran Sequía.

Extraigo palabras de las horas muertas
para establecer una arquitectura plausible.

Me pregunto en qué lugar no me encuentro
dónde se instruye esta antigua noción de claridad
en qué pasado se manifiesta este ahora
que muerde aire a dentelladas de sed.

Las palabras se unen por intuición o necesidad
estrechan el cerco a la distancia entre mis sienes
y revelan el paraje en el que permanecer silentes
como si fueran rocas frente a la marea baja.

Entre ellas buceo y me duele el oxígeno
que me ha de llevar a otra orilla incierta.



miércoles, 7 de octubre de 2020

La memoria de los muertos

 

A Bernardo Ruiz Pinos (Alhama de Granada 14/04/1920 - Gusen 29/09/1941)


Detrás de los juncos hay un hombre que te apunta.
Lleva un uniforme parecido al tuyo,
sufre como tú y como tú sueña con el fin.
Como tú no sabe del camino y sabe de la bondad,
solo conoce el cansancio que el desconcierto produce.
No sabe que viajará en un tren de espinas
hacia la noche más oscura de los tiempos,
que lloverá barro y que comerá barro
hasta que sus dientes sean una pequeña piedra más en la tierra fría.
No sabrá tampoco que el barro es la conciencia de un siglo.
Ni sabe que vivirá hacia atrás en un campo que un día
ajeno a todo, fue una sucesión de amapolas.
De un largo silencio emergerá tu voz caída,
tu suela de cebolla, tu vida no esperanza de hoja fértil,
tu corazón aun no herido de ternura, tu diente
de morder labios con la fuerza de una nube,
tu patria leve de promesas donde espera un banco
una piedra, un huerto, un bancal de flores
donde beber agua y establecer tu descanso.
ás

sábado, 26 de septiembre de 2020

Todas mis manos tienen un decir

 Alcé una mano casi fértil

y toqué la colina estremecida
en el momento del presagio.
Desde el ocaso un matiz
se desprendía en haces.
El poema aun
no conocía sus palabras
era un antes todavía.



sábado, 19 de septiembre de 2020

No sé escribir el poema

 

No sé escribir el poema. Hay un árbol que reclama adjetivos y no responde al abrazo, un río con nombre de pájaro, un pájaro con el cuello naranja y un cielo retablo que huye a cada mirada que le prolonga, pero el poema no se presenta a la cita, elude su condición fugaz de presencia y desaparece cuando más lo necesito.




viernes, 4 de septiembre de 2020

La hora pactada

 

Toda la acción se desarrolla a la intemperie:
dos helechos domesticados
la violenta caricia del viento
sobre la quietud del ahora
la ciudad (lugar o trasunto)
anfiteatro desde el que los fantasmas
ejecutan su obra.
Una mujer intenta el sueño
pero su cabeza se prolonga
hacia el pensamiento en huida.
Otra mujer
10 años atrás
recoge en la azotea los restos
de lo que fue su herida.
La solidaridad del cielo las alumbra
sus piernas van
de la piedra al fuego
irremediablemente.
Todos sus habitantes
ensayan simulacros
nuevas formas de acceder al bucle
con la pisada derecha
y la tarjeta en el codo.
Se aíslan los sonidos no pactados.
Es la hora de estar juntos.
Me quedo en el umbral del huerto
en el que labras futuros.



miércoles, 26 de agosto de 2020

jueves, 6 de agosto de 2020

Actitud de árbol



Actitud de árbol.
Respeto de su savia.
Resistencia a la huida.
También
la caída puede ser alimento
para el que ha de venir.


El silencio de un bosque es un alud
de sonidos. La rama quebrada
se desgaja en el tiempo
asimila su esencia
mi camino anacoreta.


Como hebra de luz
me desintegro a cada lazada
soy todo y nada de lo que existe
y venero la corteza
que palpan mis manos hinchadas.




lunes, 27 de julio de 2020

De paso


Hubo un último rayo. No era verde.
El día más largo repitió su quimera.


Algunos pajaros innombrables.


Algunas nubes de pereza.


Ahora lo sabemos. En el país
de tu piel de luz hay un sosiego sin marcas.

Quedan dos horas para el helado
y volveremos a ser
pequeños árboles migratorios.





domingo, 19 de julio de 2020

"Diari inacabat d'un adèu / Diario inacabado de una despedida en Todoliteratura


https://www.todoliteratura.es/noticia/53126/poesia/diario-inacabado-de-una-despedida:-el-adios-a-los-padres-de-eloy-sanchez-guallart.html?fbclid=IwAR1oYescL2iYfdT5HsDE57aiXxIZ48XM38gUb_-gjgbiqj3AYFiKs-SMS9A

“Diario inacabado de una despedida”: el adiós a los padres de Eloy Sánchez Guallart

Domingo 12 de julio de 202014:00h
 Flip 
Diario inacabado de una despedida
Diario inacabado de una despedida
Eloy Sánchez Guallart (Castellón, 1963) es autor de los poemarios Manifiesto asténico (2012) y Como soles patagónicos (2015), ambos publicados por la editorial castellonense Unaria Ediciones. Diario inacabado de una despedida (Tigres de papel, 2019), es su tercer poemario y está elaborado con la forma de un diario personal. Así, el título de cada poema supone ser una fecha concreta dentro de ese calendario comprendido entre el treinta de noviembre del año dos mil nueve y el nueve de abril de dos mil diecisiete, es decir, ocho años como tiempo diegético.
Esta primera edición publicada por la editorial Tigres de papel en su colección Babel es bilingüe, Sánchez Guallart concibió esta obra en valenciano, su lengua vernácula, y él mismo se ha encargado de traducirla al castellano. Las páginas pares (y de color blanco) corresponden al poema escrito en valenciano y las páginas impares (de color negro) albergan la traducción de los poemas.
A poco que comencemos la lectura del poemario comprenderemos el porqué de las decisiones del autor: ocho años de su vida, páginas negras, lengua vernácula, fechas como títulos de los poemas, etc., y advertiremos cómo ninguna de ellas fue tomada por motivos estéticos, sino por una necesidad vital, primero, expresiva o de supervivencia, y después, como digna forma para gestionar el dolor y rendir un sentido homenaje —recordemos la palabra `despedida´ del título del libro— a los seres queridos que se han ido.
En la página once encontramos un poema que nos habla de la rabia y su condición estéril frente a los problemas que no podemos solucionar: «rabia infértil»; «inútil rabia», pero a pesar de todo, ese sentimiento humano responde a una sed de superación que no podemos ocultar pese a su intrascendencia: « […] que busca una salida / hacia la luz». La sensación de impotencia provoca expresarnos por incontinencia: «A veces la rabia y el dolor / deciden ser una sola llama / y es cuando necesito una pluma / un vendaval, un cuerpo, un faro / que señale mi lugar a los abrazos». Hemos dicho rabia, pero ¿de qué?
No hay más que introducirnos en el siguiente poema para descubrir que este diario está escrito por la enfermedad y muerte de los padres. Sánchez Guallart se desnuda en sus versos como nunca lo ha hecho hasta ahora y cada retazo de vida que describe en sus poemas representa una pequeña porción de su dolorosa despedida. Ahora comprendemos que el poemario está escrito en valenciano porque esa es la lengua en la que hablaban sus padres. Las páginas pares son de color negro por el luto de su muerte. Poemario-río, los ocho años que enmarcan los poemas fueron la duración de ese proceso iniciado con la enfermedad y los títulos de los poemas, como no podía ser de otra manera, son una coordenada tempo-espacial que aspira ser el ancla sobre cada recuerdo, un ancla que aspira a retenerlos del olvido.
Como toda indomable llamarada, los poemas están escritos en verso libre y sin rima. Los títulos de los poemas comienzan con tipografía minúscula, pues todos ellos son hojas de un mismo árbol. El dolor es quien engarza cada poema-lágrima formando un único rosario. Sánchez Guallart mata a su hablante lírico para ocupar su lugar: «Ellos / son ahora apenas dos niños / dos llamas varadas». El autor renuncia a puntuar con comas sus poemas excepto en un comentario parentético. Este hecho redunda en la propensión a la elipsis, evita una lectura rápida e involucra al lector activo con su particular distribución de la sintaxis: «Y hoy sus manos en la mía son frías agujas sin savia / y sus pasos cansados transitan / la agridulce geografía del olvido».
La terrible realidad a la que el curso natural de la vida nos somete, obliga a desandar, a desaprender ciertas costumbres, roles y funciones que, en este caso, la enfermedad se encarga de reconfigurar: « […] aprendo con ellos unas nuevas reglas / en las que puedo ser hijo y padre a la vez». Las sensaciones que esta lectura provoca traen a la memoria el desasosiego de La casa encendida de Luis Rosales y Las cenizas del nido de Ricardo Bellveser. Sus padres están, pero no están. Ese no estar es casi o más duro que la propia ausencia. Nadie está preparado para eso.
La partida del padre es revelada en la página diecisiete, un poema de veinticuatro versos en el que la palabra `muerte´ se repite hasta catorce veces: « […] muerte sin zapatos / sin Rosa / ni amuletos / muerte en las lágrimas de los huesos // viajera muerte». Sus cenizas son esparcidas en el mar en la página veintiuno. Imagino al poeta, ansioso por transformar en arte su dolor, mientras forcejea con un angustiado hijo al que no le salen las palabras. Ocho años de anotaciones. Ocho vueltas al sol soportando la caída.
“Jueves 25 de marzo 2010”: «Hoy / voy a ver a mi madre […]»; «Ella no me espera / ella no espera a nadie / pero sabe / que la muerte no es eterna». Cuando el dolor descrito es tan universal y cotidiano su contagio es instantáneo. Los poemas en los que Sánchez Guallart acompaña a su madre son cada vez más duros, su lectura hace mella por su transparencia, diáfanas imágenes, cortantes versos que golpean y estremecen el corazón: « […] no me niegues madre»; «busco / en el gélido callejón de tu demencia / la pausa de ese dedo acorazado / acariciando mi mano tu pellizco / infantil […]». La ternura del hijo se mezcla con su desesperación: «tú no madre / tú no // no tu / no tu no / NO». No es preciso que nadie explique que estos versos se declaman llorando: «en tu letargo yermo / hiberno / en tu menguante caja sin música / me deshilacho // te niego madre niña te niego»; «ya no te llamo mami»; «no debo llorar / madre no me veas». Nos encontramos en la página cincuenta del libro, queda mucho más por leer, pero sin embargo, algo me dice que, como crítico literario, me queda poco más que comentar. Con lo dicho hasta ahora pienso que es suficiente para recomendar a los lectores acercarse a este libro. Su poesía-verdad se encarga de indicar si estos poemas son para nosotros ahora o quizás lo sean de aquí a unos años. Solo es cuestión de tiempo.
Comencé esta reseña con el hambre filóloga que empuja a un exégeta a descifrar un enigma pero, tras descubrir que realmente estoy enfrentando un cuaderno en el que alguien vertió todo su daño, algo me dice que no debo frivolizar con ello y seguir llamando `literatura´ a algo que no lo es. Solo por llevar un código de barras en la contracubierta y venderse en librerías no podemos llamar a este libro `poemario´. Este libro es un grito desgarrado que desborda a quien lo emite, un alarido que provoca una correspondencia emocional en los lectores. Poesía tan íntima como el dolor que describe. La valentía de Sánchez Guallart es admirable. Aparecen listas larguísimas con los nombres de todos los medicamentos que debe administrar a su madre, sueños en los que Rosa y Antonio pasean de la mano en dirección al mercado del pescado. Su alma es un espejo lleno de lágrimas que devuelve un reflejo todavía nítido de sus profundidades. Todo el libro ostenta una intensidad pasmosa.
Eloy Sánchez Guallart es uno de los miembros de la tertulia poética castellonense El Almadar y colabora habitualmente con sus textos en su revista Azharanía. Ha participado en las antologías de varios autores Poetas del 15M (Séneca, 2011) y Arando versos (ACEN, 2012). Recibió en 2018 el Premio Qubo a su trayectoria como poeta. Su poesía se caracteriza por el irracionalismo, la experimentación de un creador de lenguaje —exopoeta— con vocación de disidencia, aunque en este poemario todas sus aspiraciones estéticas se han visto sometidas a su desahogo espiritual. Con Diario inacabado de una despedida, Sánchez Guallart nos ha entregado un obituario lírico de calado estremecedor. Como crítico, el efecto que ha causado su lectura en mí es esta reseña —también— inacabada, pero eso sí, de una maravillosa bienvenida.

jueves, 9 de julio de 2020

Abre las manos


Abre las manos tus dedos de ahora
desoye el golpe que se amotina:
ruido alhajas rompiéndose
en la hierba fruncida de nosotros.

Abre las manos y cuenta un grito:
la necesidad
desmárcate del odio en la palabra
el lenguaje
como moneda
nombre de ti y de mí
sudor en mancha sobre la almohada
moja los sueños.
Abre las manos. Un vértigo
asola la calle. Los libros
son objetos arcaicos envueltos con polvo
fósiles en la cabaña
y esa manzana oscura
presenta colores de la podredumbre.

Es más fácil estar triste pero tú
tú abre las manos vencidas.
Estamos cosidos con cera
al gigante espantapájaros ciego
desmonta una lámpara abre una luz
también el sol está solo
y llora por los que no duermen.



domingo, 5 de julio de 2020

Desde



Las cosas andan revueltas por aquí.
Estamos bien, sí,
pero hay algo de arena sucia en las tráqueas
de los amantes de fuego.

Cuando digo buenas noches
y beso la nuca
no he visto todavía el día tan nuevo
en el que soltarse al viento
e intentar la vida
la vida simple y fácil
del que espera la cosecha como un novio
o contempla la belleza impávida
del árbol en la montaña azul
que circunda sus ojos.

Desde que no estás y yo estoy
más cansado
todo se vuelve opaco ruido de cráneos
un espacio arbitrario para golpear.

Los jinetes del odio plantean sus diatribas
el aire de azahar se exhibe turbio
y no basta el silencio
la inusual belleza de los trinos.

Yo me quedo fuera del tosco estruendo,
detrás de las puertas que cayeron.
Soy la estatua de bronce bajo la lluvia
cuando ya se fueron las palomas.

Desde que no eres somos algo menos
y el miedo ha puesto ventanas
para filmar nuestro hastío.



jueves, 18 de junio de 2020

Que yo


Que yo aquí
entre cielo eufórico y asfalto.
Que yo no quiera
más que mar
sendero de ida y retirada
árboles hermanos
a los que contemplar
con asombro.
Que yo sea
milagro apenas
de exigua probabilidad estadística
mis piernas sobre el cauce
de un río imaginado
escuchar el baile del agua
el silencio espectral
que producen los insectos.
Que el orden
del universo me añada
con dulzura de corazón
a su pautado fluir.
Que mis pasos dudosos
dejen en la tierra
o en un rostro de ti
una marca de agua
tal vez una promesa
de arruga en un rostro.
Que no sea tarde
para poder cambiar.




lunes, 8 de junio de 2020

Ruido On


Aparece la lluvia
dentro de una caja de música
y el ruido de fondo
desvanece trayectorias.
Las plantas de exterior agradecen
la suavidad de los tejados
criaturas del aire
optan por el vuelo fácil
la mirada cenital en las antenas.
Por un instante el ruido blanco
deja de engullir alientos
encoge sus aristas
desteje las notas letales
por la quietud de unas alas.
Para los pájaros negros
no se hizo el insomnio.
Tampoco el tiempo
hizo muelle en sus sienes.
A esta humedad de ahora
a este instante breve
paréntesis entre una canción y mi cielo
le pertenece el silencio
una cascada de giros
un aluvión de aleteos
la alegría de volar
por encima del ruido
que arrasa los abrazos.



domingo, 31 de mayo de 2020

Nueva normalidad


El ritual se demora
en la higiene
las manos hacen crecer
los músculos
cuando la luz es un regalo
para los iniciados.
Rápidamente
el temblor
un pulso que acelera su instinto
de autómata.

En las antenas los pájaros
establecen ceremonias.

El último dictamen
deletrea nuevas rutas
hacia una nueva
subjetividad.