viernes, 30 de octubre de 2020

mi tu

 

A la hora aun caliente en la que la noche
es una cháchara de insectos
mi insomnio feroz
mi sordo ronquido de fantasma
mi sudor ácido del no sueño
mi esgrima para el pie
mi boceto de hombre nuevo
mis dolores mis temores
mi absurdo catálogo de espinas
tus pies en mi pelo
la isla de tus nalgas
tus huellas ya indelebles de mí
la corteza inmóvil que es tu piel
tu regazo preñado de futuros
el naufragio controlado de tu frente
la rosa blanca que gira en el centro de tu noche.



lunes, 26 de octubre de 2020

El tiempo del desconcierto

 

Un click me conduce a una turba de voces
encalladas como peces tras la Gran Sequía.

Extraigo palabras de las horas muertas
para establecer una arquitectura plausible.

Me pregunto en qué lugar no me encuentro
dónde se instruye esta antigua noción de claridad
en qué pasado se manifiesta este ahora
que muerde aire a dentelladas de sed.

Las palabras se unen por intuición o necesidad
estrechan el cerco a la distancia entre mis sienes
y revelan el paraje en el que permanecer silentes
como si fueran rocas frente a la marea baja.

Entre ellas buceo y me duele el oxígeno
que me ha de llevar a otra orilla incierta.



miércoles, 7 de octubre de 2020

La memoria de los muertos

 

A Bernardo Ruiz Pinos (Alhama de Granada 14/04/1920 - Gusen 29/09/1941)


Detrás de los juncos hay un hombre que te apunta.
Lleva un uniforme parecido al tuyo,
sufre como tú y como tú sueña con el fin.
Como tú no sabe del camino y sabe de la bondad,
solo conoce el cansancio que el desconcierto produce.
No sabe que viajará en un tren de espinas
hacia la noche más oscura de los tiempos,
que lloverá barro y que comerá barro
hasta que sus dientes sean una pequeña piedra más en la tierra fría.
No sabrá tampoco que el barro es la conciencia de un siglo.
Ni sabe que vivirá hacia atrás en un campo que un día
ajeno a todo, fue una sucesión de amapolas.
De un largo silencio emergerá tu voz caída,
tu suela de cebolla, tu vida no esperanza de hoja fértil,
tu corazón aun no herido de ternura, tu diente
de morder labios con la fuerza de una nube,
tu patria leve de promesas donde espera un banco
una piedra, un huerto, un bancal de flores
donde beber agua y establecer tu descanso.
ás