Apenas un par de coches grises
han cruzado la avenida en este tiempo
en el que cambio de lugar el polvo
reordeno revistas y cosas por hacer
botellas mínimas con arenas de otras dunas.
El viento crea música modal con el vaivén del toldo
hojas secas entran y salen de la casa
y algún insecto pequeño será tragado por nuestro dragón.
No soy capaz de nombrar a las plantas por su nombre
le preguntaría a un árbol si pudiera abrazarlo
igual que abrazo a los seres que pueblan mi lugar.
Sobre la alfombra escribo
con uno de los lápices que cogí aquella vez en IKEA
y lanzo a la corriente seca el poema
que se romperá en pedazos con un sonido inaudible para todos.
El mundo parece detenido y sin embargo
creo sentir en el pecho un alivio
una gota me resbala la frente y baja
en dirección a la tela.
Los domingos tienen una dicción extraña.
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