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Insurgencia poética
José Antonio Olmedo 3 Mayo 2017 Críticas, Portada
Eloy Sánchez
Guallart | Foto: José Saiz
Tener entre las manos un libro de poemas cuyo título
es Como soles patagónicos invita, cuando menos, a
averiguar el significado de esa aparente metáfora titular. Y es precisamente
ahí, en este —a priori— poco revelador mensaje donde se encuentran las
claves para ir descifrando este salvoconducto de la conciencia.
El calor de lo cercano y apacible (soles), el frío de
lo lejano y tal vez inalcanzable (patagónicos). Entre estas dos ópticas,
corrientes, tesituras, realidades o utopías, Eloy Sánchez Guallart
(Castellón, 1963) presenta la urdimbre de su segunda obra poética, un discurso
marcado por la rabia pero también por la esperanza.
Publicado en la colección Astrolabio del sello
editorial castellonense Unaria Ediciones, Como soles patagónicos se
presenta al lector dividido estructuralmente en cuatro actos. Es significativo
que el orden de estas divisiones sea a la inversa, es decir, el primer bloque corresponde
al número tres, el siguiente al dos, y así sucesivamente hasta llegar al último
bloque, que no es el uno, sino el cero. Una cuenta atrás, se nos acaba el
tiempo para reaccionar como seres humanos enfrentados a su propia moral. Esa
zona cero o epílogo final es mucho más breve que las anteriores, pero en ella
se resuelve el acertijo del título y, no por nada, pone punto final al poemario
con la palabra combate.
Esta insana realidad en que vivimos necesita de poetas
subversivos, de artistas que no acepten la injusticia como trivialidad
ni acaten la corrupción como norma. La dimensión interior del ciudadano medio
está acotada por imposiciones capitalistas, y por ende, servidumbres
materiales. Casi sin advertirlo coexistimos y sobrevivimos en una sociedad
enferma que lastra tradiciones y defectos por sistema y potencia su
deshumanización con cada avance tecnológico.
Sánchez Guallart es un poeta comprometido, dota a su
poesía de una característica tensión en el lenguaje que, si en Manifiesto
asténico —su anterior obra— se intuía como sesgo autoral, en Como soles
patagónicos se intensifica y revela como consecuencia formal de un fondo
que busca sublimarse en la palabra.
Este libro es una descripción —en primer lugar— en
primera persona del mundo que rodea al poeta, y una reflexión —en segundo
lugar—, por esto mismo, acerca de una realidad más social que metafísica. Sin
embargo, el lirismo de Sánchez Guallart trasciende —no sabemos muy bien por qué
resorte— y aquello más allá del cuerpo, lo inefable, constituye un universo
simbólico con el que descifrar lo cotidiano.
Y es que la poesía de este autor castellonense está
llena de matices y referencias, como por ejemplo las referidas al mundo del cine.
Su vasta experiencia cinéfila lo provee de habilidad para encontrar analogías
entre el mundo real y el representado en el séptimo arte. Pero también de la
música beben estos versos, valiéndose de elementos de estas dos artes el poeta
circunscribe y fecha a menudo y singularmente cada poema en un marco
pictórico-temporal.
Este hecho también es llevado a cabo mediante
referencias socio-político-culturales contemporáneas. La realidad es el modelo
a pintar (salvar, cambiar, proteger), una realidad que se filtra en los poemas,
a veces de forma violenta, e invita al sometimiento por defecto y a la acción
—por lo que en ella todavía hay de necesario— por ese arrastre hacia el abismo
al que está sometida, víctima de un capitalismo oligárquico-cainita.
La búsqueda de un sentido a lo absurdo y mecánico de
argumentos cotidianos justifica el irracionalismo poético. La armonía, el
silencio, se convierten en baluartes ideales frente a sus antónimos reales,
balas de fogueo que en manos del poeta-actor contrapesan una balanza
sobrecargada de sombras.
“[…] Y pequeñas muertes que se sientan a la mesa
y educadas esperan su turno de comida”.
y educadas esperan su turno de comida”.
Los versos de Sánchez Guallart son blancos y libres,
en ellos el poeta hace un uso restringido de la coma. Esta apreciación hace
proclive la interpretación particular del lector en cuanto a, no solo lo que al
ritmo concierne, sino también al sentido de algunos versos. También invita a
leer cada poema, al menos, dos veces, pues esa composición de lugar puede
reconfigurarse por muchos motivos en una segunda lectura. Como sabemos, un
texto, en condiciones normales, puede que no ofrezca todo su mensaje tras una
primera lectura, menos aún si es poesía y todavía menos si el poeta utiliza
recursos estilísticos, sintácticos y retóricos, como Eloy Sánchez Guallart.
La poesía de Como soles patagónicos alza su
vuelo sobre rupturas gramaticales, usos anárquicos del espacio textual, elipsis
e irreverencia ortográfica (ausencia de signos en el poema ¡Hola!),
entre otras cosas. Su disentimiento moral y argumental contra la
tendencia global de la sociedad trasciende al propio lenguaje, así durante ese
proceso de cuenta atrás asistimos a una transformación parcial del tono lírico.
Los interrogantes van abundando más y más en los versos, aumentan las preguntas
y las palabras compuestas, las aposiciones sustantivas; de lo testimonial
pasamos a lo contestatario, no sin advertir nociones experimentales, como la
utilización de eslóganes publicitarios y titulares de periódico, bien como
cuerpo del poema o como estrofas alternas del texto poético.
Si en el poema titulado Ciudad desidia los
versos tienden morfológicamente a una naturaleza prosaica:
“En lugar de río una plataforma intercambiable
tiene la ciudad que me patea y reza satisfecha en sus estigmas”.
tiene la ciudad que me patea y reza satisfecha en sus estigmas”.
en Los más el poeta utiliza ya sin titubeos la prosa poética:
“Desbordados de ceguera hasta los hombros, ciudadanos
sin cartilla,
espuma ante la piedra artificial que ha sido edificada desde los centros
neurálgicos de la insidia”.
espuma ante la piedra artificial que ha sido edificada desde los centros
neurálgicos de la insidia”.
La problemática social (general) y todas sus
consecuencias intelectuales (particular) son un subterfugio generativo para
Sánchez Guallart, quien despliega su particular laboratorio de escritura exploratoria
justo dónde y cuándo más se necesita. La tierra se mueve bajo nuestros pies, la
información bulle, muchas veces, teniendo poco o nada que ver con la realidad.
Algunos afirman que estamos asistiendo al cambio hacia una nueva era, que seremos
testigos de la cuarta revolución industrial y que la próxima guerra mundial
será la última. La poesía de Sánchez Guallart apela a nuestra conciencia, el
poeta se revela humanista y su poesía, arenga. Síntesis moral de su propio
cisma de fuerzas antitéticas, estos inconformes versos no son nada gratuito,
responden a una necesidad vital y reflexiva, de insumisión y defensa de los
valores humanos. Cada poema es un cadáver exquisito de la crónica de
nuestros días, un brote de esperanza que busca su propagación en análogos
disidentes proclives a su contagio.
Y para
terminar, un poema íntegro del libro.
Siendo
Si tengo este abismo
de voces lleno
de pisadas con barro hasta la frente
de andamios colgando
de una rama parapléjica
es que estoy vivo en un 97 %
y hasta mi autómata me pide
extender su autonomía.
Si doblo mis ojeras
en la mesita cada noche
y las cuelgo en una percha
-no necesito los ojos para tocarte-
es por necesario descanso
(hombre blanco, primer mundo, clase media en proceso de derribo,
49 años, 1'65, sin tumores conocidos)
Si no me hago a un lado
arderé en el cortejo.
Si no me doy la vuelta
y os miro a los ojos
si ensancharan las calles y pudiera
escribir sin costuras
todo lo que le falta a la palabra
para hacerse necesaria.
Así estamos
los unos por los otros
y sin los otros.
de voces lleno
de pisadas con barro hasta la frente
de andamios colgando
de una rama parapléjica
es que estoy vivo en un 97 %
y hasta mi autómata me pide
extender su autonomía.
Si doblo mis ojeras
en la mesita cada noche
y las cuelgo en una percha
-no necesito los ojos para tocarte-
es por necesario descanso
(hombre blanco, primer mundo, clase media en proceso de derribo,
49 años, 1'65, sin tumores conocidos)
Si no me hago a un lado
arderé en el cortejo.
Si no me doy la vuelta
y os miro a los ojos
si ensancharan las calles y pudiera
escribir sin costuras
todo lo que le falta a la palabra
para hacerse necesaria.
Así estamos
los unos por los otros
y sin los otros.
Sobre el autor
José Antonio
Olmedo López-Amor (Valencia, 1977). Escritor y poeta, crítico literario y
cinematográfico, ensayista, cronista, articulista, divulgador científico.
Titulado en audiovisuales. Redactor y colaborador en más de treinta medios de
comunicación digitales e impresos.
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