La
alteridad
es
una ecuación de fondo
con
una particular dificultad
en
despejar la incógnita adecuada
cuando
mi
ego eutrófico se entrega
atado
a poemas y manos.
El
fuelle no alenta la llama
en
parajes descompuestos
de
excesiva linealidad.
Hay
síntomas con ausencia de causa
circundando
mi autoimagen
expeditivas
fronteras
en
cuadros mal colgados
donde
insectos ensayan
nuevas
formas de mansedumbre.
Mientras
espero la palabra que me lave la cara
demoro
los detalles
rebano
las flores fortuitas del paisaje
tapo
los artificios que me declaran desierto
en
el autodefinido
del
periódico de ayer.
Estoy
intentando enhebrar el sueño
preguntando
a Gary Cooper por su nombre verdadero
o
planteando absurdas noticias en lugares
abstractos
de todo sueño. Escaleras imposibles
me
llevan a detonar la sed
cuando
abajo hay olas de calor humano
remontando
ríos por los que desciendo
a
velocidad de libélula o lagarto.
Flores
blancas recién cortadas y satélites
infinitamente
versados
me
acompañan y liberan la oscuridad de la noche.
Nuestro
silencio es un pacto:
el
amor después del amor.
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