El poeta
que tiene una estatua
en la plaza de los tres puentes
murió a los 49 años
aterido y sin sombrero
con un manto de harapos
una linterna ciega
y cincuenta onzas de vino a deber.
A sus pies la ciudad ruge
como un río tranquilo
sus gentes se aman
se desaman
vencen al delirio de vivir
una nueva partida
cuando el frío
agita los tendones.
En las calles adyacentes
compran tazas los turistas
ilustradas
por el rostro del poeta
sobre un texto extraño
que dice así:
Kumri časi... volja prešerna
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