La gallina de hierro
descuartiza el sueño.
Propone avenidas en las que el cuerpo
es el único reducto tolerado.
Ojalá fuera cierta la noche
transparente y eternamente elevada
sobre todas las cosas que trascienden.
He dormido cuatrocientas veces la sed del hombre
y una puerta de acero bailaba con el viento.
Una vez pude llegar a una estación
que no estaba vallada.
Calculamos la distancia a tu cuerpo
en bocas con labios.
Es universal la excrecencia soportable
la tara en la palma de la luz
cuando los perros remontan el frío
y la lana es una abulia que llega desde el pelo
con ganas de mancharse
de grises y de sombras.
En este sueño
he dormido ciudades de otro mundo
como si por alguna razón
los relojes
dejaran de ser
la daga de un continente
el enemigo inevitable del amor
o un arma
de bolsillo.
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