Alcé una mano casi fértil
y toqué la colina estremecida
en el momento del presagio.
Desde el ocaso un matiz
se desprendía en haces.
El poema aun
no conocía sus palabras
era un antes todavía.
Alcé una mano casi fértil
No sé escribir el poema. Hay un árbol que reclama adjetivos y no responde al abrazo, un río con nombre de pájaro, un pájaro con el cuello naranja y un cielo retablo que huye a cada mirada que le prolonga, pero el poema no se presenta a la cita, elude su condición fugaz de presencia y desaparece cuando más lo necesito.