Y a pesar de todo
-el barro en la mirada, tantas
películas que nos ayudan a soñar,
los poemas impuros, los colores de septiembre-
seguimos siendo principiantes
equivocando el tiro como malos discípulos del gurú.
Esta primera persona del plural
se somete al botón en cada nueva encrucijada
y el nosotros se encuentra con mi yo y con tu yo.
Los brazos del camino se encogen
al ver nuestros rostros camuflados de maleza.
Entonces la montaña amplía sus ventajas
y la altura nos descalza para el sueño
perdidos en una fase lunar decreciente.
Regresamos al parking ya manchados de noche
y no podemos vernos en los ojos.
El día inicia su rueda. La memoria nos destiñe.
Solo recuerdo tu cuerpo tendido en la ventana de agosto
De tener una sola bala de recuerdo, me pido también esa.
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