Bodas de oro
Debe de ser muy tarde ya
si las pisadas han perdido sus sombras
y caminan descalzas por la ladera.
Amanecimos líquidos
y en otro lugar.
Nos desandamos lo justo:
el peso mínimo, los pasos últimos.
Tu sol en mi frente hizo señales.
Reíamos
a gritos
toda la ruina pretérita.
En los puestos de palomas las espitas atascadas
-yo contra todos y la marea subiendo-
pero abrazos, tantos, y cómo no
beber de aquella euforia,
aleluya de espejos deformados
y lente oblicua.
Desactivado el sueño
una deriva de voces acallaba el valle.
Mis chanclas, mis bolsillos y yo,
con escorzo de hierba,
bañados en el zumo estelar
de las riberas negras de la noche.
¡Qué bueno, beber de la euforia, mientras nuestros complementos se bañan en zumo estelar!
ResponderEliminarhola poeta, buen texto este, intrigante y a la vez lucido.
ResponderEliminarmi abrazo.
Gino