quemar los periódicos antes de encender tu cuerpo
Tengo los brazos secos
y tanta inútil condolencia.
Ya mi rostro en ti
avanza con permanencia de grieta
y lanza semillas con las manos,
demasiado pequeñas
para construir un arca
que remita a un sol posible,
a la probable isla que nos evoca,
cuando hasta el cielo lleva un recibo adosado
y el mar extirpa el color de las primeras veces.
Debo quemar los periódicos
antes de encender tu cuerpo,
levantar los brazos
y lavarme en pequeñas alegrías.
Que el rumor no atragante
este seguro fluir de pieles
trenzándose
y labios que se consumen
ávidos de un páramo que no claudique.
Y volver a la pregunta inconquistable,
al azar imaginado y siempre nuevo.
Mejor sí, mucho mejor.
ResponderEliminarTanta palabrería como nos embuchan, no sirve para nada, salvo para distraernos de lo que importa. Y lo que importa es el otro cuerpo, y leerlo en versos como estos.
Sí, Amando, ese irritante ruido de fondo es como un zumbido que lo impregna todo y nos hace olvidar lo verdaderamente importante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Poemazo.
ResponderEliminarLo mejor que he leído en largo tiempo.